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Channel: Mi vida en una mochila
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VEO VEO #13: UN PAÍS SIN NOMBRE

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amores de viaje

Mis nietos muy seguido me piden que les cuente alguna historia nueva, como si mi memoria no se acabara y pudiera recordar todos los detalles. Algunas veces invento, otras creo que invento pero no estoy segura. ¿Acaso los recuerdos no son tan subjetivos como la realidad que percibimos? ¿Cómo podemos saber qué es real y qué ficción, si nuestra mente elige lo que quiere ver y cómo quiere verlo? Muchas veces sumo detalles porque me gusta pensar que así fue, o porque viajar es también dejar volar la imaginación, y mis viajes pueden haber sido tan frescos o largos o provechosos o soleados o aromáticos o personales o turísticos o gastronómicos o solitarios o paisajísticos o lluviosos o táctiles como yo recuerde.

Suelo rellenar los detalles, acomodar los hechos que mi memoria no logro retener para que mis nietos tengan la historia completa y se diviertan con todos los detalles, pero esta vez no. No quise rellenar, no quise maquillar. No hacía falta. Ya pasaron tantos años de aquella historia, de aquel viaje, de esa persona y esa historia, que podrían creer que mi memoria erraba tanto que todo era producto de mi imaginación. Es que, como 95 años… ¿cómo podría recordar tan bien las comisuras de sus labios, el calor de sus besos, la sencillez de sus palabras, la ternura de sus ojos?

Lo que nunca quise contarles fue en qué país pasó, dónde lo conocí. ¿Para qué? Sentía que era darle un marco que no quería, situarlo en tiempo y espacio cuando para mí fue una historia que trascendió tiempos y lugares, que siempre siguió conmigo a pesar de la distancia. Sólo les dije que fue mi primer amor de viajes, tan corto e intenso como un arco iris, tan fresco como una lluvia de verano, tan sincero como la infancia.

Lo que sí les conté fue cómo lo conocí. Era una tarde (¿o una mañana? Les dije, hay detalles que debo inventar a esta altura) y yo estaba en la oficina con mis amigas. No estábamos haciendo nada más que hablar, charlas sobre el día, sobre nuestras clases y las anécdotas con nuestros alumnitos, cuando apareció él. Abrió la puerta por primera vez, y mis ojos automáticamente se detuvieron en él. Me miró, pero no sé si se percató de mi presencia más allá de “otra extranjera que pasa por acá”. ¿Cómo decirlo? Me encantó: una sonrisa sencilla pero contagiosa, mirada profunda (dos cosas contra las cuales no puedo luchar), saludaba a todos pero no hablaba mucho con nadie, esa clase de personas que despierta intriga. Ese día se acercó a hablarme, me preguntó de dónde era, cómo estaba, cómo me sentía ahí y siguió su camino. Era como un toco y me voy, te dejo con la intriga. Desde ese día, cada vez que me lo cruzaba me gustaba más y me ponía colorada de sólo verlo.

Los días pasaban, las semanas se tachaban del calendario y yo estaba a dos semanas de irme. Y los días, cuando uno tiene el tiempo contado, pasan rápido; cada hora es importante y cada segundo cuenta. ¿Mis nietos habrán entendido eso? ¿Entenderán, con sus escasos diez y doce años, que el tiempo perdido no se recupera, que arrepentirse es lo último que debemos hacer en nuestra vida, que no intentar algo es abandonarse, que no hablar puede ser condenarse, que no aprovechar significa perder? 

Cada vez que lo veía sentía que las miradas se cruzaban, que cuando hablábamos había algo diferente, que cuando me sonreía se me aceleraba el corazón. Pero nada real sucedía. ¿Nada real? ¿Acaso no era real el alboroto que sentía en mi panza, cómo se me encendían los cachetes, el calor que sentía que recorría mi cuerpo? ¿Cuando empieza uno a hacerle más caso al instinto que a la lógica? ¿Cuándo empezamos a entender que lo que le pasa a nuestro cuerpo también es real?

Dos fines de semanas antes de irme nos fuimos todos de viaje. Yo sabía -y mis amigas se encargaron de dejármelo claro- que si no pasaba algo ahí, ya no iba a pasar nada. Era la oportunidad perfecta. Esa mañana, antes de salir, apenas lo vi y me saludó, me puse colorada hasta las orejas. Tendré 95 años, pero nunca voy a olvidarme ese momento. Me acuerdo y vuelvo a sonreír. Uno no se olvida el primer beso, como no se olvida el primer amor, como no se olvida su primer viaje ni la primera vez que anduvo en bici sin rueditas. Lo tengo guardado en mi memoria como una fotografía; cierro los ojos y puedo verlo: sonriendo, mirándome a los ojos mientras alrededor nada sucedía, nada pasaba, hasta que la tensión fue demasiada y ambos corrimos la mirada.

Viajamos rumbo a la costa y cada vez que podía lo miraba. Nos reímos con mis amigas, hacíamos hipótesis, pedimos deseos en unas fuentes de agua (y a esa edad, con poco más de veinte años, ¿quién no pide algo relacionado al amor?), nos metimos en unas lagunas subterráneas, paramos a almorzar al costado de la ruta, y al atardecer paramos. Esa noche era para salir a bailar. Ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que salí a una discoteca. Dis-co-te-ca, una palabra que empecé a usar cuando me fui a vivir a Chile, porque si decía boliche creían que iba a jugar a los bolos. ¿Mis nietos creerán que uso palabras muy anticuadas porque no hablo igual que sus padres? ¿Creerán que pronuncio diferente porque estoy vieja? Si supieran que los viajes hicieron estragos -lindos estragos- en mí, si podrían viajar en el tiempo y verme a mí con quince años pintando cuadros, con dieciocho en la universidad imaginándome como empresaria, con veinte en Kenia sin querer volver a casa, con veinticinco escribiendo mi primer libro en muchas casas en Quito, con veintisiete volviendo en bici a casa después de dos años, con treinta recorriendo Medio Oriente. Si pudieran ver cómo los idiomas me cambiaron, me hicieron ver el mundo de otra forma, me hicieron entender que saudade no es nostalgia, que lykkeling no es felicidad, que forelsket no es amor; que en general sueño es español pero a veces lo hago en francés o pienso en inglés o la única respuesta que encuentro es en árabe; que puedo hablar con amigos cada uno en su idioma y entendernos igual. Me encantaría poder llevarlos de viaje conmigo (mejor dicho, poder ir de viaje con ellos) y mostrarles los lugares donde caminé, donde viví, donde amé, donde trabajé, donde lloré, donde escribí, donde aprendí.

Y como una vieja, siempre me voy del tema. Estábamos todos en el bar, la música fuerte, yo con mi amigas al fondo, y a él lo veía cada tanto. La noche pasaba y yo estaba casi resignada, cuando lo veo acercarse, me da su botella de cerveza diciéndome “sostenémela” y entra al baño. Yo no sabía si sonreír por lo que creía que eso podía significar, si quedarme perpeleja, o si revolear la botella. No me dio mucho tiempo para pensar: salió del baño, agarró la botella, me agarró a mi de la mano y me llevó con él.

De ahí en más, todo es una cadena de hechos en cámara lenta y rápida a la vez: de sentir su corazón latiendo a mil la primera vez que me dijo que le gustaba, de reconocer que no me había dicho nada antes porque no se había animado, de quedarme sin palabras cuando me dijo que fui un ángel que lo sacó de una tristeza profunda, de besos cargados de espera y ganas, de una primera salida que ya no era cita, de risas, de llantos, de desayunos y cenas compartidas, de besos a escondidas, de caminar de la mano hasta una cuadra antes de su casa -porque su abuela seguía creyendo que le iba a elegir a su mujer-, de acostumbrarme a quedar en medio de conversaciones sin entender nada, de enseñarle algunas palabras en español, de dormir abrazados, de quince días juntos, de no querer ir a mis últimas clases para poder disfrutar cada momento con él, de a veces no lograr entendernos por el idioma, de abrazos infinitos. De una historia donde nunca nos importó donde estábamos sino, simplemente, estar.

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Este post forma parte del ¡Veo Veo!, un juego donde cada mes escribimos sobre un tema escogido previamente. ¿La idea? Volver a ser niños, jugar con las palabras, inventarnos historias, conocer otros lugares, encontrar nuestra voz. Si querés unirte, podés sumarte al grupo en Facebook.

#5países5murales

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5 paises 5 murales con proyecto calco

[Post express, contando novedades]

En mis primeros días en Ecuador, cuando estaba en Loja, se me ocurrió: hacía rato que tenía ganas de hacer algo diferente, de volver a trabajar con la gente, de volver (aunque sea un poquito) al arte. Les mandé un mail a los chicos contándoles mi idea y no sólo les gustó: se coparon. Así, mensaje va, mensaje viene, propuesta va, corrección viene, fue tomando forma. Qué escribir el proyecto, que armar el presupuesto, que definir las recompensas, que hacer el video, que averiguaciones de envíos y costos,  que corregir una y mil veces todo, que definir un detalle acá y otro allá.

El jueves pasado lo lanzamos. ¿Qué de qué se trata? ¿No te enteraste todavía? Durante mi viaje en bici voy a estar pintado cinco murales en cinco países de Latinoamérica junto con las comunidades y artistas locales. Con los chicos de Proyecto Calco creemos que la calidad de nuestra vida depende en gran parte de la calidad de nuestros pensamientos. Por eso, ¿qué mejor que seguir desparramando mensajes positivos y permitir que el arte se el vehículo de expresión?

Además de los murales, vamos a repartir calcos y voy a contar todo acá en el blog, para que nadie se pierda nada. Capaz el próximo libro también lo incluya =) Bici+murales+mensajes positivos+comunidades+arte… suena bien, ¿eh? = )

El videíto de la campaña =) 

proyecto calco en peru sorprendete

Algunas calcos me las llevé a Perú.

¿Querés ayudarnos y aportar tu granito de arena? Necesitamos comprar pinceles, pintura, imprimir las calcos… Desde la plataforma de idea.me podés ayudarnos, hacé click acá y en la columna derecha están todas las posibilidades. Hay recompensas para todos, desde menciones, wallpapers y postales, hasta tazas, remeras… ¡y un mural! ¡Cualquier tipo de ayuda es importante! Y si sos o sabés de una fundación, geriátrico, ONG, escuela o lo que se te ocurra que puedan estar interesados en el proyecto, chiflá! Ahhh (siempre me olvido de algo) también buscamos artistas locales que quieran sumarse! En Ecuador ya tenemos fundación+niños+adolescentes+artista1+artista2 pero faltan varios países = )

También podés unirte al evento en Facebook, 5 países 5 murales y seguirnos con el hashtag #5paises5murales para enterarte cómo viene todo. Y obvio, si nos ayudás a difundir.

UN PAYASO EN LAS RUTAS

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Los que leen el blog hace rato ya lo saben: en breve empiezo a viajar en bici (yeahh!) (no me pidan fecha, lo vengo pateando hace meses: que el libro-que las alforjas-que la parrilla delantera-que el Inti Raymi, pero en un par de semanas ya empiezo). Es un proyecto que me tiene tan ansiosa como expectante. Estoy muy acostumbrada a viajar sola; desde mi primer viaje hace cuatro años, cuando estuve por Europa, Turquía y Egipto, entendí que viajar sola no significa estar sola, que el viaje provee y que las oportunidades aparecen. Sin embargo, viajar en bicicleta es diferente: que alguien se acople al viaje ya no es tan fácil, encontrar otras personas en bicicleta pedaleando por la misma ruta que yo me parece casi imposible y la soledad de cada noche en la carpa por momentos me generó angustia anticipada.

La semana pasada conocí en Quito a Andrés, otro argentino, y santafesino también, que está viajando hace un año y medio desde Ushuaia, rumbo a Alaska, donde piensa llegar dentro de otro año y medio. Me comentó que en Quito estaba también Álvaro Neil, más conocido como el biciclown, uno de los cicloviajeros más famosos: hace diez años salió de España y no piensa volver hasta 2017. Tiene 46 años y lleva recorridos setenta y siete países haciendo lo que su apodo indica: shows de mimo, magia y acrobacia en escuelas, geriátricos y cárceles.

show de clow y magia biciclown

Álvaro en uno de sus tantos shows.

show clown mongolia asia

En pleno show en Mongolia

Con Andrés nos encontramos en la casa de Santiago Lara, en Tumbaco, uno de los valles en las afueras de Quito. La casa de Santiago refleja lo que era Tumbaco hace muchos años: una casa campo con galerías, un patio verde espacioso con árboles frutales y plantas; una hacienda de campo, que ahora ha sido absorbida poco a poco por desabridas casas.

Cuando llegué a lo de Santiago, encontré en un patio lo que nunca pensé que iba a ver en el viaje: diez personas arreglando sus bicicletas, lavando ropa, enmendando sus carpas. Chicos de Colombia, Estados Unidos, Canadá, Alemania, España y algún otro país que no pregunté, hicieron de la casa de Santiago, su casa por unos días. Ahí me enteré de algo de lo que no estaba al tanto: la casas de ciclistas. Durante todos mis viajes siempre uso CouchSurfing para hospedarme; lo que no sabía era que también había casas de ciclistas, hogares que acogen viajeros en bicicleta y que se dan a conocer por el boca a boca más que por una red social en particular. La de Santiago es la primera -y única por ahora- que conozco: en los últimos 24 años más de 800 cicloviajeros han pasado por su casa. Cuando le preguntamos cómo empezó, nos dio la respuesta menos esperada: por casualidad. Él trabajaba como mecánico en una bicicletería, cuando entró un japonés de 19 años que estaba recorriendo América en bicicleta y necesitaba dónde quedarse. Si ahora algunos creen que viajar en bici es algo poco común o una locura, imagínense en ese momento, en los años 80. Ante la negativa de todos para brindarle un espacio donde dormir, Santiago preguntó qué estaba necesitando el chico, y ofreció sin dudarlo darle un espacio. Así, Mashahira se convirtió en el primer viajero de lo que luego sería una casa de ciclistas.

Aunque lo vivo en carne propia desde el otro lado, era inevitable preguntárselo: qué se siente recibir y despedir tanta gente,  compartir tiempo y experiencias con personas que uno probablemente no vuelva a ver. “Hay viajeros que se consumen en el silencio, que sólo pasan, duermen y se van. Pero hay otros que dejan su huella muy fuerte y se hacen querer como familia. Además hay que tener en cuenta que mis hijas tienen 18 y 24 años de edad, así que muchos viajeros les han cambiado los pañales y ellas crecieron rodeadas de viajeros, gente que las ha influenciado de forma positiva para que hoy sean personas más alegres y abiertas”, nos contó Santiago. Las despedidas nunca son fáciles con esas personas con las cuales uno crea relaciones intensas, pero Santiago sabe que los caminos pueden vuelvor a cruzarse. Ese fue el caso de Álvaro, quien pasó por primera vez por la casa en 2004 y ahora, diez años y tres vueltas al mundo después, volvió a la casa en Tumbaco.

alvaro biciclown cruzando desierto africa mali

Cruzando zonas desérticas en África.

Conocer alguien que lleva viajando diez años sin volver a su casa, y que ha recorrido casi 133.000 kilómetros despierta muchas preguntas. Sobre todo, cómo empezó. “La persona que tienes delante nació con 32 años. Antes nunca había sido un aventurero. Pero comenzó a gustarme cada vez más esto de viajar en bicicleta hasta que no hubo vuelta atrás”. Antes había nacido por primera vez en Oviedo, España, y se había recibido de abogado tras un década de estudio. Trabajó cinco años como oficial de notaría en Madrid, ganando bien y viviendo cómodamente, hasta que entendió que en la vida lo que termina faltando es tiempo y no dinero. “Me di cuenta de que no hay tiempo para tanto, que 15 días de vacaciones no me alcanzaban y que el trabajo me alejaba de mis sueños. Entonces fue que decidí viajar y gracias a la bicicleta lo hago con muy poco. Creo que lo que le falta a la gente no es el dinero para viajar, lo que le falta es el deseo y el coraje. Se ponen excusas y las excusas son ellos mismos. ¿Qué quieres en esta vida? ¿La pensión a los 70 años o la experiencia de vivir una gran aventura? La gente vive de espaldas a la muerte. Hay que mirar a la muerte de frente y saber que la vida se acaba, salir y dejar las excusas de lado. Pero también hay que saber que para ser feliz hay que sufrir. ¿Quién disfrutaría del Everest si lo suben en un helicóptero? Al Everest hay que subir caminando. Y a la felicidad hay que alcanzarla arrastrándose”.

biciclown pedaleando en armenia

Pedaleando…

biciclown armenia

…y descansando en Armenia.

Mientras estudiaba abogacía también fue aprendiendo el oficio de clownCuando decidió emprender el viaje en bicicleta, tenía dos opciones: dejar el clown o llevárselo con él. No lo dudó, empacó cuatro kilos de maquillaje, ropa y elementos varios (junto a otros 51 kilos que conforman sus 55 kilos finales de equipaje) y llevó sus espectáculos por el mundo, que los hace gratis. “Hay que pasar por la vida haciendo algo por los demás. Yo vivo como un nómada gracias a que hay gente que se solidariza conmigo y me da mucho sin esperar nada. Los espectáculos de payaso son una manera de devolver al mundo esos favores; si hago algo desinteresadamente por unos niños, quizá cuando crezcan ellos harán algo de forma desinteresada por otros que lo necesitan, como yo”, leí que respondió en una charla con Paco Nadal, un periodista español muy conocido que estuvo también en Quito estos días.

durmiendo frontera israel palestina

En la frontera isralita palestina.

Hoy en día, cuando la diferencia turista/viajero cada vez pareciera ser más importante y nadie quiere ser etiquetado como el primero por la superficialidad que muchas veces denota, Álvaro es alguien que demuestra que para ser viajero lo verdaderamente importante es la actitud.  “Para mí lo más importante son las personas que me encuentro día a día. Viajando las relaciones son cortas pero de una gran intensidad. Luego cada uno seguirá su camino. Nada es permanente: esa es la filosofía del nómada. Uno sólo disfruta del presente con una persona y luego, cuando menos lo esperas y en el lugar más extraño, te vuelves a encontrar. Esa es la magia del camino”. Y que disfrutar el presente, implica también aceptar la soledad que a veces acompaña el camino y saber que a veces es necesaria, como aprender a disfrutar de los pequeños momentos, pero más significativos. Por ejemplo, un cielo estrellado: “Una vez en el desierto, tumbado bajo un cielo límpido como he visto pocos llegué a experimentar tal sensación de ingravidez que instintivamente me agarré con las manos al suelo; porque veía que si no, flotaba”, le contaba a Paco.

Haberme cruzado a Álvaro me sacó una sonrisa en más de una ocasión: que alguien como él, con diez años de viaje, se sienta admirado porque yo empezara a viajar sola en bicicleta, fue algo que no me esperaba y hasta me hizo poner colorada. Y este tipo de encuentros me lo vuelven a confirmar: la magia en el camino sucede, y puede aparecer cuando uno menos la espera.

*

Para finalizar, les dejo este documental sobre Álvaro

*

[Todas las fotos las saqué de la web de Álvaro, pueden ver más en www.biciclown.com]

VEO VEO #11: A SIBIU EN TREN

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Viajar en tren es quizas la experiencia de viaje más completa
porque tiene todo el romanticismo, pero con los pies puestos en la tierra. 
No pasas la abstracción que implican los aviones de desaparecer en las alturas 
y volver a aparecer en otro lugar. 
*
Sebastian Lelio
*

viaje-tren-rumania-europa-nati-bainotti

Estación de Cluj Napoca, Rumania, una tarde de mediados de enero. Cluj fue el primer destino de las cuatro ciudades que visité en Rumania, un país que -a pesar del apurón con el que lo recorrí- me gustó, me sorprendió y me dejó con ganas de más. Esa tarde salí rumbo a Sibiu, una ciudad de la que me habían llegado buenos comentarios.

Me despedí de mi André, mi host en Cluj, y busqué dos asientos libres (esa manía que tenemos las personas de siempre sentarnos solos en el transporte público…). Puse la mochila grande arriba y la chiquita a mis pies. El tren salió puntual y empezó a andar, suave. Tenía algunas horas hasta Sibui, así que me puse los auriculares y me concentré en la música, mientras mi nariz iba pegada al vidrio mirando pasar las casas y los pinos nevados, una fusión entre azules y blancos y grises.

Se ve que me quedé dormida sin darme cuenta, porque me desperté sobresaltada, con la cabeza apoyada en el respaldo, mirando hacia la ventana, creyendo que no me había bajado en la estación correcta. Es que ya me había pasado en Hungría: una vez, yendo a un pueblito, el tren en el que iba se dividió en algún momento del viaje, y yo -sin saberlo- quedé en un vagón que iba para otro lado; otra vez me quedé dormida y me pasé de la estación donde quería bajarme, así que brinqué en el primer paisaje que me gustó.

Pero esta vez parecía que no. Había un chico sentado al lado mío (se ve que se acomodó mientras yo dormía) que me dijo que faltaban dos horas para Sibui. Estaba respondiendo a mi “¿dónde estamos?” en voz alta, una pregunta hecha retóricamente para mí misma más que esperando respuesta. Además, ¿quién me iba a responder ahí? Él, que por algún motivo sabía español. Antes de poder darle las gracias, me quedé observándolo: era morocho de piel trigueña, tenía barba y bigotes como tanto me gusta, y unos ojos miel traslúcidos que daba cosquilla mirar. Me sostenía la mirada mientras sonreía, como esperando una respuesta y que la charla continuara.

-¿A dónde vas? -me preguntó con un acento que no podía descifrar.
-A Sibiu, ¿vos?
-También. ¿Te gusta viajar en tren? -Su pregunta saltó todo el protocolo, todo el cuestionario previo casi inevitable que surge cuando conocés a alguien viajando. Me gustaba, me gustaba no tener que responder la preguntas de siempre.

Que si me gusta viajar en tren… me encanta. Viajar en tren me hace sentir atravesada por los lugares, incluso más que cuando voy en auto o en bus. Al no ver las vías, al no ver una ruta, al no ver un camino, siento que me escurro entre el paisaje, que cruzo el país por una vía alternativa donde todo ocurre a mis costados. Las ventanas son tan grandes que siento que casi puedo tocar lo que está afuera.

-Sí -le respondí, saliendo de mi ensimismamiento. Le conté que en Europa fue la primera vez que viajé en tren, le conté algunas anécdotas (como la vez que llegué a Berlín tan tarde que casi no logro llamar a mi amiga que me esperaba allá, la del brasilero que conocí rumbo a Budapest, mis idas y vueltas en Hungría, la exactitud de los trenes y mi impuntualidad en República Checa), le dije el viaje en tren es para mí un viaje en sí mismo.

Él me escuchaba sonriendo, atento. Me dijo que para él, más más que un viaje en sí mismo, viajar en tren es un mundo en sí mismo. Que es lo que queramos que sea según como queramos mirarlo: es romántico porque en la suavidad hay una profunda conexión, es una terapia para el alma el atravesar tantos pueblos y preguntarse cómo sería quedarse a vivir allí, es intuición porque uno puede decidir a último momento bajarse o no bajarse (algo que yo haría en el siguiente tren, cuando de repente decidí quedarme en Brasov), es un sueño porque uno se siente flotar entre el paisaje, es un juego porque uno trata de adivinar las historias del resto de los pasajeros.

Seguimos hablando, él me contaba de sus viajes de una forma filosófica, yo le contaba los mil viajes que soñaba; el me hablaba de la vida de forma poética, yo le contaba qué cosas me hacen feliz. Sus ojos brillaban cuando hablaba, se le formaban dos oyuelos en las mejillas cuando sonreía, apenas perceptibles por la barba, su voz se emocionaba y se hacía más poderosa cuando hablaba con firmeza, levantaba las cejas cuando enfatizaba una idea y nunca dejaba de usar las manos para reforzar lo que decía.

Un rato antes de llegar a Sibui, apoyé mi cabeza en su hombro, quería absorber ese viaje de otra forma. Olía rico, una mezcla de ropa recién lavada y perfume de hombre, esos de almizcle y especias; su suéter ocre era suave y cálido, y no tenía que hacer ningún esfuerzo para estar cómoda. Creo haber sentido su mano apoyarse sobre la mía, sus dedos correrme el flequillo, y sus labios apoyarse en mi frente, en un beso suave pero largo.

Me desperté sobresaltada, con la cabeza apoyada en el respaldo, mirando hacia la ventana, creyendo que no me había bajado en la estación correcta. Es que ya me había pasado en Hungría. Me quedé paralizada un momento, como cada vez que esa sensación de déjà vu me invade. Antes de preguntarme en voz alta dónde estaba, giré la cabeza hacia el costado: no había nadie al lado mío, el asiento estaba vacío y no parecía que alguien lo hubiera ocupado.

En ese momento, un chico me pide permiso para sentarse, y me quedé observándolo: era morocho de piel trigueña, tenía barba y bigotes como tanto me gusta, y unos ojos miel traslúcidos que daba cosquilla mirar. Me sostenía la mirada mientras sonreía, como esperando una respuesta y que la charla continuara.

-¿A dónde vas? -me preguntó con un acento que no podía descifrar.
-A Sibiu, ¿vos?

 

Este post forma parte del ¡Veo Veo!, un juego donde cada mes escribimos sobre un tema escogido previamente. ¿La idea? Volver a ser niños, jugar con las palabras, inventarnos historias, conocer otros lugares, encontrar nuestra voz. Si querés unirte, podés sumarte al grupo en Facebook.

DESTINO

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chica morena en playas de brasil

En Brasil hay tantas playas y pueblos y bahías y montañas y selva y ciudades y ríos que podría haber llegado a cualquier lugar. Pero no, él llego a Jericoacora, un pueblo donde los amaneceres desde las dunas son diferentes cada día, y donde al mediodía el olor a pescado frito invade las pocas calles de arena blanca que aún hoy se resisten al asfalto, y el mar azul es la meditación diaria.

Ella, en cambio, vivió ahí siempre. Y desde que cumplió quince años, salía a bailar cada sábado. Lo disfrutaba incluso desde antes: elegía la blusa, la falda, los zapatos y los aros, se delineaba sabiendo que sus ojos miel iban a ser el centro de atención, se ponía rimmel cuidando que cada pestaña pasara por el pincel y el brillo en los labios era el detalle final. No necesitaba más, su piel como la canela era suave a la vista y al tacto y brillaba como la seda, su nariz pequeña y sus pómulos redondos eran el complemento perfecto. Era joven y linda, y lo peor de todo es que lo sabía. Se sabía linda, sabía que cuando caminaba los hombres -sin importar la edad- miraban sus piernas esculturales y sus caderas bambolear.

Como todos los sábados, salió a bailar con sus amigas. Disfrutaba bailar en la arena bajo las estrellas, ser el centro de atención, las miradas masculinas, los coqueteos que no llegaban a nada, los piropos al oído. Sabía, además, que podía tener al chico que quería. Por eso, cuando lo vio a él, acodado a la barra, mirando nada en particular, algo le llamó la atención. Sus ojos marrones profundo tenían un dejo de nostalgia que no lograba entender, y su expresión no denotaba alegría, pero tampoco enojo o tristeza. Simplemente, parecía enajenado. Era moreno, alto, de rasgos fuertes, pero había algo en su mirada que derrumbaba toda esa fortaleza exterior. Presentía que podía pararse al lado y él haría caso omiso de su presencia. Lo sabía y lo comprobó diez minutos después. Y lo comprobó toda la noche, cada vez que se paró a su lado para pedir un trago.

Esa noche, por primera vez en muchos años, volvió a su casa sin una sonrisa en la cara. Sus amigas le decían que era porque alguien, alguna vez, no había caído a sus pies como estaba acostumbrada. Pero ella estaba segura que había algo más, que había algo en ese rostro que no le había sido indiferente.

El sábado siguiente salió a bailar como siempre, pero esta vez tenía un objetivo: quería poder hablar con él. Lo buscó con la mirada, pero no lo vio en toda la noche. El sábado siguiente tampoco, y el otro menos. Pasaron las semanas, los meses y dos años, hasta que su familia se mudó a Ilhéus. Aunque la ciudad era daba más oportunidades y era linda, extrañaba caminar descalza de un sitio a otro, los atardeceres desde las dunas y encontrarse con sus amigos en las calles sin tener que acordarlo antes; además, las cúpulas, las palmeras y las penínsulas no habían logrado conquistarla, no eran nada sin los buenos días y buenas noches que sus vecinos solían repartir a quien pasara. Ilhéus será la capital del cacao y la Princesinha do Sul, pero le faltaba mucho brillo.

Una de esas tardes de eterno verano, estaba leyendo en la hamaca del patio cuando escuchó el timbre. Como no había nadie más en la casa, fue a atender. Unos ojos marrones profundo emanaban una sonrisa sincera, su porte y su altura inspiraban respeto, y sus rasgos fuertes le daban un halo de misterio que pocas veces había visto. Preguntaba por la inmobiliaria, recién llegaba a la ciudad y le habían dado esa dirección.

Se quedó mirándolo: ¿no era el chico que había visto dos años atrás en aquella discoteca? ¿No era el que la había ignorado cada vez que estuvo a su lado?

Ese tarde salió con una amiga a caminar. Ya no salía tanto a bailar, le faltaban las dunas, las estrellas y la brisa de Jericoacoara. Sin embargo, seguía conservando su ritual: eligió un vestido, los tacos, se delineó sabiendo que sus ojos miel iban a ser el centro de atención y se puso rimmel cuidando que cada pestaña pasara por el pincel; el brillo en los labios era el detalle final. Pasaba el tiempo, pero su piel morena seguía suave a la vista y al tacto, y brillaba como la seda.

Caminaron por la costanera, le contó sobre el chico que golpeó a la puerta y le (se) preguntó si las casualidades existen. Se sentaron en un bar, uno de los tantos que había. Su amiga se levantó y ella se quedó sola, mirando el mar, pensando. Tenía que hacer eso más seguido: salir sola a caminar, sentarse a mirar el horizonte sin ninguna otra excusa. ¿Los caminos pueden volver a cruzarse en tiempo y espacio? ¿Puede uno cambiar y seguir siendo la misma persona? ¿Puede uno mirar hacia afuera y crecer hacia adentro? ¿Qué determina que sea el momento y el lugar exacto? ¿El destino se escribe hacía delante o se entiende hacia atrás? Hay conexiones que son como chispas, entran en contacto y producen una revolución: eso le había pasado ese mediodía cuando él tocó la puerta.

Tan absorta estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta que había alguien mirándola. Cuando él la vio, pensó: “El perfume del clavo, / el color de la canela / yo vine de lejos / vine a ver a Gabriela”, como dice la letra de una canción de por ahí. Ella le hacía acordar a la Gabriela de esa canción, y a la Gabriela de Jorge Amado. ¿Cómo sería poder leer los pensamientos del otro? No tendría sentido, se perdería la magia del primer hola, las mariposas en los segundos exactos antes del primer beso; las respuestas estarían tan al alcance de la mano que sería como jugar una adivinanza con la solución escrita.

Él sólo atino a dejarle un papel, escrito a mano: “Las oportunidades están todo el tiempo. Pero son como las sorpresas: si son muchas, nos sabemos apreciarlas.” Así como esa noche ella supo que él no iba a mirarla, él ahora sabía que las oportunidades aparecen en el momento en que podemos aprovecharlas.

***

No sé por qué me gustan tanto estas historias. Es como la del tren o la de aquel país que no recuerdo, pero lo cierto es que cada vez me falta menos para llegar a Brasil y que me cuenten, por qué no, más historias así.

***

CIUDAD QUE HABLA

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vincha multicolor mercado indigena artesanal otavalo

Hace cuatro meses que siento que dejé de viajar. O mejor dicho, que mi modo-viajero quedó un poco apagado: lo siento en la falta de inspiración que tengo para escribir (más allá de que estuve metidísima en el libro, las charlas, el proyecto de los murales -que ya superamos el 100%!!- y la bici, se me evaporó la creatividad e inspiración para escribir en el blog), en lo cómoda que me siento en Quito, en la cantidad de amigos que hice y las actividades que tengo, en lo que me pican las patitas por la ansiedad para salir de nuevo (la semana próxima arranco con la biciiiiii (que se me vaya el resfrío poooor favoor) iupiiiii).

Desde marzo, cada vez que me preguntan dónde estoy, mi respuesta es, salvo pequeñas variaciones, la misma: Quito o Ibarra. Después que se fue mi hermano a fines de marzo, me instalé en Quito a escribir el libro, y apenas estuvo listo me fui a Ibarra a dar una charla, que llevo a otra y a otra y a otra y a otra y terminaron siendo como seis.

Y en Ibarra, a pesar de todos los pronósticos, me quedé como… creo cuatro semanas en total. Me hice amigos, fui a un cumple acá, a una despedida allá, fui a pedalear por los alrededores, iba a un bar donde siempre encontraba alguien para hablar.

Y me pregunto, ¿para qué viajamos? ¿Para qué viajo yo? Es como cada vez que me preguntan qué lugar me gustó más: la respuesta más esperada siempre apunta a lo racional, a lo visible, a lo comprensible fácilmente: linda arquitectura, paisajes deslumbrantes, buenos museos, comida rica, gente amable también podría ser. Pero, ¿qué es lindo/deslumbrante/bueno/rico?

Porque la persona que me dijo que en dos días me volvía de Ibarra, seguramente la gente no le ha hablado cuando estaba sentado solo en un bar, o no habrá visto el Imbabura brillar verde entre las nubes grises, o no le habrán regalado un paquetito de cangil dulce mientras vendía sus libros, o no se habrá perdido diez veces en la mismísima esquina (para terminar caminando en círculos una y otra vez), o no se habrá reído con la música del carrito de frutas, o no se habrá humedecido con la luvia repentina de la tarde o el rocío de la noche, o no lo habrán invitado a fumar una vez más, o no habrá visto las luces prenderse en la montaña, o no se habrá tirado a descansar en el césped húmedo de un campo después de algunas horas de pedalear, o no habrá descubierto a qué sabe un chupito de capulí o una habas recién cosechadas.

En el libro, a la parte de Ecuador le puse “Un viaje interior” porque, a pesar de que me cuesta definir el por qué y las situaciones precisas, siento que así fue y así está siendo. Aunque todavía no tenga bien en claro cuál es ese viaje interno que estoy atravesando, algo adentro está cambiando; han habido varios clicks y otros están en proceso. Sé que están ahí, sé que quiero algunos cambios y que internamente quiero alcanzar a un punto al que todavía me cuesta encontrarle la vuelta… pero ahí vamos.

Es esa energía que es irreductible al intento de explicarla con palabras o ponerla en sensaciones, porque, ¿cómo se explica que una ciudad te hable? Es instantáneo: me voy de Quito con mala cara, llego a Ibarra feliz. Un no sé qué en el aire cambia, o algo nuevo fluye en ese aire. Un algo que me hace quedar siempre (pero siempre) más de lo dicho, incluso de lo prometido.

COMO VIAJAR CON POCA PLATA: VOLUNTARIADOS

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Una pregunta que me suelen hacer mucho, a veces hasta con vergüenza, es de qué vivo. La respuesta es sencilla: me gané la lotería sin haber comprado ningún billete (eso sí que es suerte, ¿no?) así que ahora me dedico a gastar todos esos miles viajando por el mundo.

Mentiiiiira, ¿realmente creen que hay gente viajando así? Cuentenme, porque todavía no me crucé a ninguno así. La verdad de la milanesa, es que todos viajamos porque: 1)trabajamos, ahorramos y nos vamos o 2)trabajamos durante el viaje para poder seguir viajando (aunque, reconozco sin ningún pesar, que los primeros viajes -Kenia, el pasaje a Europa- me los pagaron mis papás, y no me da vergüenza en absoluto: algunas minas piden las lolas, otros padres les regalan un auto a los hijos cuando se reciben; a mí me ayudaron con mi sueño: poder viajar).

Cuando de pensar en viajar por largo plazo se trata, parece que se nos queman las neuronas. ¿De qué voy a trabajar viajando? ¿Cómo es posible moverme y laburar a la vez? ¿Si acá |completar con lo que corresponda|, cómo voy a hacer para hacer plata si no estoy fija?

Una de las cosas a tener en cuenta es cómo queremos viajar: si a velocidad relámpago haciendo 6 países en 2 meses,  si a ritmo lento involucrándonos en cada lugar, si tenemos planes y fechas fijas, si nos dejamos llevar con el viento…

Aunque ahora (sobre)viva de escribir (para un diario, para un blog y con la venta de mi libro), tres de mis viajes (este incluido) los hice, total o parcialmente, haciendo voluntariado. Cada uno fue diferente: en lo que hice, en cuánto duro, en por qué lo hice, en qué recibí a cambio, en cómo lo conseguí…

Y siempre convino el voluntariado con mi trabajo.

Y siempre convino el voluntariado con mi trabajo.

Para mí no sólo fue la oportunidad de vivir por un tiempo más largo en algún lugar, sino la posibilidad de trabajar día a día con la gente (lo cual es muy MUY diferente a cualquier otro tipo de interacción, por más CouchSurfing y restaurantes locales que uses), aportar mi granito de arena en muchos casos, aprender y enseñar, generar redes, conocer otra parte de su idiosincracia y, por supuesto, reducir mis gastos para poder viajar más.

Un tema es para vos la definición de voluntariado. Aunque muchos la asociemos a voluntariado=trabajo social para gente realmente necesitada, hoy en día la definición (o por lo menos las posibilidades) son mucho más amplias. Básicamente, es trabajar a cambio de algo (casa y/o comida en general), donar algunas horas tuyas, tu habilidad o conocimientos para ayudar a alguien. Puede ser en una reserva ecológica, en un hostel, en una casa común y silvestre, es una fundación, en una ONG, en un bar. Vos elegís qué querés hacer. Lo bueno es que hay para todos los gustos.

be the change you want to see in the world

Tu voluntariado puede ser o no social, eso depende de vos. El impacto, está siempre que vos quieras =)

Además, está el otro punto: ¿es gratis o hay que pagar? Suena medio ridículo, pero sí, muchas veces piden un pago para hacer el voluntariado. Yo personalmente no estoy de acuerdo en pagar para trabajar (en Kenia me pagué todo, pero lo encuentro diferente a tener que pagar 35 USD por día, como me han pedido e algunos lugares en Ecuador. No es ni por asomo lo que gasto por día, ¿voy a pagar eso  y encima trabajar 6 horas al día? Ni loca), pero muy distinto es pagar una suscripción para acceder a la base, que es el financiamiento que tienen muchas organizaciones o páginas web para poder brindar ese servicio.

¿Tenés ganas de irte de viaje? Chusmeá un poco y fijate cuál es la mejor que se adapta a vos.

 

AIESEC

OBVIO que la voy a poner primera. Llevo a AIESEC en mi corazón for ever and everMe cambó quién soy, qué quiero hacer, fue un antes y un después. AIESEC es una organización sin fines de lucro, hecha por y para estudiantes (sí, no hay señores adultos que nos dirijan, somos nosotros los que decidimos todo todo todo), cuyo objetivo es desarrollar el liderazgo (y diría yo, todas las habilidades blandas que una persona necesita). La misión de AIESEC es ser una plataforma internacional para que los jóvenes descubran y desarrollen su potencial para generar un impacto positivo en la sociedad. Entre otros reconocimientos, la UNESCO la reconoció como la mayor organización de estudiantes universitarios, presente en 113 países y territorios, y con más de 86 000 miembros.

voluntariado kenia

Con mis alumnitos de la clase de matemática.

Entré en AIESEC en Córdoba en 2008, cuando estaba en mi 2° año de la universidad. Desde ese momento, hice de todo: estuve a cargo de la llegada de los trainees (los chicos de intercambio) y de preocuparme por ellos durante su estadía, estuve en la organización de congresos y a cargo de procesos de selección (tanto en la logística como en las entrevistas; el día que rendí el final de Recursos Humanos en la Universidad, todos los ejemplos que puse fueron de AIESEC y me saqué un 10), me fui de intercambio a Kenia dos meses, estuve un año a cargo del área de Intercambios Salientes en Córdoba (así que me encargué de mandar a muchos chicos afuera, a lugares como Hungría, Indonesia, Filipinas, Guatemala, Mozambique, USA, Brasil, Uganda y más…), me fui a Turquía de intercambio en medio de mi viaje de cinco meses por EuropaTurquía y Egipto y me fui a vivir a Chile, desde donde trabajé a cargo del área de Desarrollo de Proyectos Sociales para Argentina, Chile y Uruguay. Todas las experiencias increíbles. Además, durante este viaje, en mis primeros meses en Bolivia seguí trabajando con los chicos de AIESEC en Bolivia, dando capacitaciones, charlas y ayudándolos en todo lo que necesitaban.

voluntariado turquia

Con algunos alumnos de las charlas culturales en Izmir, Turquía.

AIESEC tiene dos programas: Talentos Globales y Ciudadano Global. Talentos Globales ofrece una experiencia de desarrollo profesional en empresas de diferentes sectores en el exterior, mientras que Ciudadano Global ofrece oportunidades para desarrollar habilidades de emprendimiento, sensibilidad cultural y responsabilidad social a través de ONGs y proyectos educacionales.

Para ser parte de AIESEC, hay que pasar un proceso de selección y, una vez dentro, pagar un fee para poder acceder a la base de organizaciones que reciben gente. Se paga la mitad al ingresar a AIESEC, y la otra mitad antes de irte de intercambio.

Las prácticas de AIESEC duran de 6 a 8 semanas, y pasar el proceso de selección para tener la confirmación de tu voluntariado puede llevarte hasta dos meses. Durante la práctica no se percibe un salario, pero se asegura casa y comida (a veces, el transporte desde y hacia el trabajo también). AIESEC permite realizar dos o más prácticas de forma continua, dentro de dos o más países (mínimo 6 semanas en cada práctica). Los requisitos principales son ser estudiante terciario/universitario o tener menos de dos años de graduado, y tener entre 18 y 30 años (y saber inglés si te querés ir a un país donde no se hable español).

Y esto es todo lo que puede pasarte de intercambio con AIESEC…

 

MovingWorld

Me suscribí hace algún tiempo, y la verdad que las ofertas que llegan son muy tentadoras: proponen donar tus habilidades profesionales en organizaciones sociales a cambio de alojamiento (y a veces, otros beneficios). La duración del voluntariado varía según los requisitos de la organización: algunos piden por un mes, y otros hasta 2 años. No están todavía en muchos lugares, pero las ofertas me parecen geniales, igual que su misión: conectar gente que quiere cambiar el mundo, con organizaciones que lo están haciendo.

Las oportunidades pueden verse entrando al sitio web, y para poder acceder a ellas hay que registrarse (99 USD la más barata, con acceso por un año).

United Nations Volunteer 

¿Quién no conoce a la ONU? Y cuántos no habremos soñado con viajar por el mundo haciendo trabajo social “importante”. Desde asistencia sanitaria y desarrollo económico, hasta ayudar después de los desastres naturales, la ONU ofrece puestos para los que quieren marcar la diferencia. Aunque muchas posiciones están abiertas sólo a profesionales experimentados, la ONU cuenta con enlaces a cientos de organizaciones no gubernamentales y ONGs internacionales que están en busca de ayuda en campos similares de forma menos formal.

Trabajar por el mundo

La página en realidad tiene info súper completa: guías para trabajar como traductor o guía de turismo en otros países, ofertas de becas, cursos, info sobre Work and Travel, ofertas de empleo en diferentes áreas (desde finanzas hasta medicina, pasando por pilotos y profesores). Pero lo que me parece más interesante, es la sección de voluntariado, donde tienen listados de organizaciones por países, y también postean vacantes que se abren. Más que recomendable si están yendo a un país específico donde saben que quieren hacer voluntariado, y tienen tiempo para ver opciones.

WWF 

Otro que no usé nunca, pero del cual escuché muy buenas experiencias: WWOOF es el acrónimo de World Wide Opportunities in Organic Farms (Oportunidades de voluntariado alrededor del mundo en granjas orgánicas), una red que permite que jóvenes mayores de 18 años puedan trabajas en casas sustentables, granjas, huertas o ecoconstrucciones a cambio de casa y comida.

El movimiento nació en 1971 en Gran Bretaña, cuando Sue Coppard (que por ese entonces trabajaba de secretaria en Londres) empezó a organizar, junto con amigos, escapadas de fin de semana a granjas orgánicas en las que el trabajo con la tierra les permitía un respiro de la vida de la ciudad.

voluntariado en cusco valle sagrado

No es WWF, pero sí que trabajamos la tierra…

Para ser parte, hay que inscribirse en el sitio de WWF correspondiente al país al que se desea ir, pagar la membresía (que varía según el país) para poder postular a las granjas. 

Workaway 

Lo bueno de este sitio es que tiene de todo: voluntariados en hogares, en hostels, en casas, en fundaciones, en reservas ecológicas, en granjas. Y en todos lados: en Argentina, en Ecuador, en Islandia. Hasta vi una oferta de voluntariado en Galápagos. (chau, ahora todos dejaron de leer para ir a buscarla)

Para poder acceder a todas las ofertas, simplemente hay que entrar al sitio y buscar por los filtros que queramos. Para poder contactarnos con los host, sí, hay que pagar: son 22 euros por dos años (nada mal, ¿no?), o 29 euros por una pareja (amigos o novios).

voluntariado mompiche ecuador

La casa donde hicimos el voluntariado

voluntariado mompiche ecuador cestos de palmera

En la clase de cestos de hojas de palmera.

Nunca lo usé directamente, pero resulta que, por ejemplo, en Cuzco, trabajé dos días en un bar, y el chico inglés que estaba ahí, había llegado a través de la página. Tenía un lugar donde dormir y comida todo el día. En Mompiche llegué a una casa que me recomendó otro argentino; como no había lugar, la mujer me mandó de una amiga que también necesitaba ayuda, y el otro día la vi en la página de workaway.

HelpX 

Como WorkAway, es un sitio donde se listas hosts que buscan un par de manos extras, ya sea en granjas, escuelas, casas de familia, hoteles, centros comunitarios o proyectos varios. Tiene un costo de 20 euros por dos años para poder contactar a los hosts, pero a cambio de algunas horas de trabajo, te dan casa y comida.

Volunteers Base 

Muy parecida a WorkAway y a HelpEx, pero gratis. Los host listan los proyectos en los que necesitan ayuda, y los voluntarios se ponen en contacto: hay proyectos tan variados como agricultura, construcción, hostales, enseñanza de idiomas, cuidado de casas, trabajo comunitario, artes y artesanías, servicio de limpieza, etc. No hay tantas oportunidades como en las otras pero es entendible: es nueva. Sólo es cuestión de que siga crecienda.

WorldPackers 

¿Te gusta la vida de los hostels? Ésta es tu solución: ser recepcionista, bartender o guía de turismo.

Nunca he usado el sistema, pero en Huanchacho tuve una mini-experiencia: un día le ofrecimos a la dueña limpiar el hostel a cambio de una noche de alojamiento. A las 8am estabamos baldeando todo, y a las 10am ya estábamos desayunando. Fin de nuestro día laboral. (No te confíes, en general los voluntarios para hostels suelen pedirlos por mínimo dos semanas, pero nunca está de más preguntar =))

La Trueca

¿Cuáles son tus habilidades? ¿Sobre qué sabés? Si sos artesano o malabarista por ejemplo, ¿no se te ocurrió salir del semáforo para, por unas horas, enseñarles a otros cómo hacerlo? Si sabés bailar, ¿creés que a nadie le interesaría aprender? A lo mejor hace años escalás, y podrías enseñarles a otros. O, no sé, seas profe de yoga o pilates, o sepas mucho sobre meditación, o sabés hacer mandalas, o seas ilustradora o pintora, o sos una genia maquillando, o sos bilingüe y podés enseñar un idioma, o sos especialista en algún tipo de cocina (vegetariana, asiática, macrobiótica, fast food), o sepas sobre masajes o reiki o reflexología, o tenés las clases para un emprendimiento, o sos fan de la jardinería… No les voy a poner todas las opciones: vos sabés qué sabes hacer, qué te apasiona, qué sos bueno enseñando. 

talleres la trueca

Estas son cosas que te podés encontrar (o hacer) con La Trueca.

Lo bueno de La Trueca es que puede ser una charla, un taller, una serie de clases (capaz que clases de tango son mejores que una), y que tu pago… es lo que vos quieras. Sí: un abrazo, un libro, clases de teatro, una comida local, una bolsa de frutas, un kilo de arroz, una cerveza, algunas verduras. Lo que quieras (con moderación, ¿no?).

El sábado dimos con Nico, una amiga ecuatoriana que me hospeda en Quito por estos momentos, una charla llamada “La ley de la atracción y los viajes”. Ella cree tanto en esa ley, que la tiene tatuada en su muñeca derecha, junto con la Torre Eiffel, a donde quiere va a ir el año próximo, así que contó como funciona e hicimos un ejercicio de visualización. Yo, por mi parte, conté cómo el creer firmemente en mis sueños, y en saber que iba a hacerlo (no que simplemente quería) (la importancia de las palabras, eh!) me llevó a donde estoy hoy: viajando como forma de vida, escribiendo como trabajo, y con un proyecto hermoso en puerta. ¿Saben qué? Pensamos que no iba a ir nadie: teníamos apenas dos confirmaciones. ¿Saben cuántos fueron? 19 personas. Y, a cambio de la charla, nos dejaron cuadernos (¿alguien quiere?), bolsas con bananas y manzanas y naranjas y granadillas y uvas, nutella, tres chocolate amargo, dos clases de yoga que tenemos pendientes, una campera impermeable. ¿Por qué nos llevaron eso? Porque eran algunas de las cosas que habíamos pedido. Entonces, en vez de pagar por haber aprendido, das algo a cambio. ¿No es genial?

la trueca

Esta era la invitación a nuestro taller

Todavía no está en muchas ciudades (vamos, pónganse las pilas y ábranlas en donde están!), pero les cuento que yo lo postié en CouchSurfing y varios se prendieron desde ahí. Entonces, lo que pueden hacer es tomar la idea y usarla mientras viajan, esté o no la comunidad de La Trueca, y usar medios como Face y CS (y papelitos pegados por ahí, por qué no) para difundirla.

* MÁS INFO

1. CouchSurfing

No, no me confundí. La pongo en la lista por el simple hecho de que pueden usarla para preguntar. Al fin y al cabo, CS es una red, y como tal, hay que aprovecharla para los contactos. ¿Estás yendo a un país/ciudad de donde no encontrás nada (o nada que te guste) para hacer voluntariado? Simplemente entrá a los foros y preguntá, seguro alguien aparece para ayudarte =)

voluntariado cusco valle sagrado

El grupete pintando.

El voluntariado que yo hice en el Valle Sagrado -que fueron de los días más memorables de mi viaje- lo conocí gracias a un chico de CouchSurfing que me hospedó en Cusco.

2. Internet y amigos

Y, sí: buscando se encuentra. ¿Querés algo en específico? Preguntá. Nadie nunca mordió a nadie por preguntar. Entrá a foros, hablá con otros viajeros, googleá, preguntá en el lugar donde te interesaría hacer voluntariado (aunque no lo tengan como propuesta). Hoy en día todo está al alcance de un click o de una pregunta. Hablando con una rusa me contó sobre un voluntariado en una comuna orgánica (y encima, vegana) (láaaaastima que no pude ir, me quedé con todas las ganas, estaban llenos) al norte de Ecuador. En Ambato, conocí un mendocino que me contó del voluntariado que hizo en Mompiche, que me llevó al que hice yo. Lo de Huanchaco, aunque decía que el voluntariado era por varias semanas, preguntamos si podíamos hacerlo por un día.

 

PARA TENER EN CUENTA

1. Hacer voluntariado no es estar de vacaciones: en general hay que cumplir horarios y objetivos de trabajo, y si hacés trabajo de granja o construcción, puede ser bastante duro.
 
2. Si sos flexible con fechas y lugares, es más fácil improvisar en el camino. Pero si tenés un tiempo limitado, organizate con mucha anticipación, porque suelen tener cupo de voluntarios y fechas de ingreso y permanencia.
 
3. ¿Cuánto tiempo querés/podés quedarte? Tené en cuenta que la mayoría pide un mínimo de estadía: los hostels a lo mejor dos semanas es suficiente, pero cuando el involucramiento en mayor (en proyectos sociales), o tenés que aprender tu trabajo (en granjas), en general te piden mínimo un mes de estancia. Hablalo siempre.
4. Pensá qué tipo de trabajo querés hacer (y tus gustos): ¿querés trabajar en una granja? ¿Con animales? ¿Con niños? ¿Poner en prácticas tus estudios? ¿Aprender algo nuevo? ¿En la naturaleza o en una ciudad? Pensá que si sos vegetariano, posiblemente un lugar donde el trabajo sea hacer embutidos no va a ser la mejor opción (yo no podía ni siquiera ordeñar vacas por ejemplo…) ¿Sos profe de un idioma y querés poner eso en práctica, o preferís salirte un poco de tu área para conocer sobre otra cosa? ¿Querés que sea un trabajo intelectual o más “de campo”? Además, ¿te motiva aprender algo nuevo o simplemente estás buscando poder viajar más sin gastar tanto?
5. ¿Querés convivir con otros voluntarioss o hacer la experiencia solo?  Hay anfitriones que aceptan sólo un voluntario por vez y otros que aceptan hasta quince, por lo que si este punto te preocupa, cercionate de averiguar.
6. Dormir + comida: Podés llegar a un lugar donde cuentes con un espacio propio o te puede tocar dormir en carpa. Informate bien para no llevarte sorpresas y caer sin siquiera una bolsa de dormir. Lo mismo con el tema de la alimentación: asegurate de saber si te van a dar o no la comida, cuáles serán y qué días (si sólo los de trabajo o todos). Además, si tenés algún tipo de dieta en especial (sos vegatariano/vegano/celíaco) hablalo antes con la persona a cargo, para saber qué esperarte.

7. Carga de trabajo: ¿cuántas horas por día vas a trabajar? ¿Qué días tenés libre? Averiguá si es por rotación o siempre son los mismos días (en muchos lados, que sea fin de semana nada tiene que ver con que sea tu tiempo libre? Además, cuando llegues, conversá sobre los horarios de comida, recreación y hora de dormir. Pensá que estás compartiendo con otra gente y, tal como en CouchSurfing, hay asuntos que respetar (o a veces no).

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¿Alguna vez hiciste voluntariado? ¿Qué te pareció? Si tenés otras páginas o sugerencias, decime que agrego!

MI PRIMERA CEREMONIA

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ayahuasca visiones

Los viajes traen experiencias de todo tipo: culturales, turísticas, deportivas, espirituales, interpersonales. Por alguna extraña razón, Ecuador fue y sigue siendo un viaje interno, una experiencia de crecimiento personal que inclusive me cuesta poner en hechos o situaciones concretos. La gente, las experiencias, las charlas, los desenlaces, las coincidencias, los “por primera vez” y algunos otros etcéteras indescriptibles se fueron sumando y acumulando en mí para hacer que el país de la mitad del mundo sea un viaje más interior que exterior.

Si mal no recuerdo, la primera vez que la escuché nombrar fue en este viaje, cuando me acercaba a Perú. Recuerdo los carteles en el Cusco, ofreciendo abiertamente ceremonias de ayahuasca o san pedro todo los días a las 7pm. Como un paquete turístico más, como una excursión más, como una visita guiada más.

Siempre tuve una relación un tanto distante con todo lo que mucha gente consume: las dos veces que probé tabaco ni pude tragarlo, alcohol tomo apenas uno o dos vasos de cerveza cada tanto (si es que tomo, y ahí viene la pregunta de ¿no tomás nada?), cada vez que en un grupo se ponen a fumar marihuana soy la única de la ronda que digo que no. Jamás entendí eso de tener que tomar para divertirse. Llámenme aburrida, mala onda: no me importa. 

Sin embargo, con la ayahuasca era diferente. Yo sabía que no era una droga más, que ni siquiera era una droga. Las primeras veces que escuché de ella era en relación con los incas, me acuerdo cuando con mi mamá estábamos en Cusco, y en Pisaq o en Tambomachay nos contaban, justo al lado de los baños incas, que los incas jefes una o dos veces al año tomaban ayahuasca como una medicina para poder ver el futuro, limpiarse y saber cómo seguir adelante. La ayahuasca en realidad no es una planta, sino que es el nombre de la preparación. Es originaria del Amazonas, y se prepara utilizando una liana y hojas de un arbusto, que deben ser recolectados en luna llena, por la mañana y en ayunas, para luego cocinarla sucesivas veces con agua hasta que se reduce y se obtiene la medicina.

Era claro que la planta tenía un significado mucho más profundo, más cultural, más ancestral, más religioso casi, más mítico, más espiritual. Era algo que sabía que quería probar, pero también sabía que era algo que no tenía que buscar: iba a llegar en el momento adecuado.

De Cusco seguí subiendo, y me olvidé del tema. Cuando estaba llegando a Quito, en el mismo auto que me había levantado a mí se subió un francés, y en unos de esos tres auto/camioneta/van que nos levantaron y nos cruzaron por Quito, me preguntó si había probado ayahuasca. Opa! Me pasó los datos de cómo llegar a un chamán que vivía cerca de Iquitos, Perú (voy a pasar por allá cuando vaya a Manaus por el Amazonas) y me contó que el tipo era súper confiable. Ahí quedó, anotado en mi mini-libretita con muchos otros emails y notas.

En Quito pasó el tiempo me quedé escribiendo el libro, y cuando lo terminé me fui a Ibarra. Un domingo a la tarde salí a pasear en bicicleta con un chico que conocí en la ciudad y ahí volvió a aparecer: él me contó que en diez días iba a haber una ceremonia de dos días en Peguche. Instantáneamente sentí que esa era la oportunidad.

No sabría ni cuánto contarles de todo: llegamos el viernes en la noche al lugar, era un gran salón con colchones en toda alrededor y una chimenea que ya estaba prendida. Cuando llegó el chamán me sorprendí:  me imaginaba un señor grande de pelo largo canoso con una vincha de plumas, y parecía uno más de nosotros (demasiada imaginación me parece…).

La primera noche estaba tan sumida en mis pensamientos que me costaba concentrarme en lo que pasaba alrededor. Apagaron las luces y sólo quedó el fuego y dos velas. Ruymán, el chamán (quien estuvo casado con la hija de un chamán shuar, un grupo indígena de la selva ecuatoriana), nos contó un poco sobre la ayahuasca, la ceremonia, la historia. Inhalamos  jugo de tabaco (que tragué más por la boca que por la nariz) y enseguida me sentí mareada, como si el cuerpo bailase solo, a un ritmo impuesto por él mismo, un movimiento interno que nunca supe si fue externo también.

Después tomamos la ayahuasca en ronda: pasamos uno a uno a sentarnos frente a Ruymán para que nos de la medicina. Fui con la expectativa de tener que tomar algo muy amargo, y me sorprendió: no era para nada desagradable.  Era un líquido marrón espeso, y sabía casi a licor de café y chocolate, pero sin el quemazón del alcohol. Volví a mi lugar, y desde ese momento estuve tan pendiente del momento en que me iba a pasar todo lo que me habían contado que se experimenta, que no pasó nada. Miraba a mi alrededor y estaban todos tranquilos en sus colchones, sentados apoyados contra la pared o acostados; yo sólo quería levantarme, sacudirlos y preguntarles si estaban sintiendo algo. Más tarde Ruymán vino a preguntarme cómo estaba, le dije que no sentía nada, y cuando me ofreció inhalar tabaco me comencé a sentir mal así que fui al baño. Nunca llegué: me desperté en el piso, sentada contra la pared, con un calor afiebrado que me recorría el cuerpo. No entendía dónde estaba, ni qué hacía ahí ni cómo había llegado, hasta que reconocí el lugar y me di cuenta: me había desmayado en mi camino al baño.

A la mañana siguiente me desperté de repente para vomitar (como la ayahuasca te limpia por dentro en general siempre vomitás y/o te da diarrea; suena medio asqueroso pero es muy purgante) y más tarde me desperté para el desayuno: como una de las preparaciones previa a la ceremonia es llevar una dieta lo más vegetariana y sana posible (además de no sexo, no drogas, no alcohol y ciertas restricciones como frutas ácidas, picante, ajo, cebolla, comino, fritos), había muchas frutas para comer.

Durante el día hablé con todos: Ruymán me dijo que mis expectativas fueron una forma de rigidez mental y por eso no vi nada, otras chicas me contaron su experiencia, el ayudante del chamán (argentino también) me contó de sus experiencias y de la sensación de unidad y conexión con el resto, de la paz y tranquilidad interna que se vive, de las conversaciones con su propia consciencia, del antes y el después que significó para él. Uno de los que más me dejó pensando fue un francés que en la tardecita, cuando éramos varios frente a la chimenea, se sentó a mi lado y me preguntó si estaba viajando, y después de la parte introductoria (él vive en Ibarra hace 4 años) me dijo que un año atrás él no se hubiera sentado al lado mío, que yo hubiese sido la chica que hubiese juzgado por hablar en la mañana cuando todos se estaban despertando (la ansiedad por saber qué habían experimentado las chicas que estaban al lado mío fue muy fuerte), que sólo se hubiese quedado con el pensamiento de “qué irrespetuosa, qué desconsiderada, no piensa en los demás”, y eso le hacía muy mal a su corazón, no le permitía abrirse, le dejaba una coraza en la que el único que sufría por todo ese odio interno. No pude más que sonreír: en realidad, yo poco de culpa tenía; era una reacción normal que él tenía antes hacia todos los que no se comportaban como él esperaba, y gracias a algunas ceremonias, había podido comprenderlo. Me pareció sincera y felizmente tan humilde y transparente lo que me estaba contado, que mi sonrisa no entraba en la cara; me sentía muy feliz por él y muy en paz en conmigo misma (cosas que a veces no suelen pasar tan a menudo).

Esa noche, repetimos la experiencia: sin discurso previo, inhalamos tabaco (que esta vez me clarificó la mente y me despertó de una forma muy espiritual) y luego pasamos uno a uno con Ruymán para tomar ayahuasca. Pero para mí, esa noche fue diferente: me propuse relajarme y no estar esperando qué podía llegar a pasar. Y esa vez sí, me sentí en un estado de embriaguez como nunca antes, vi cosas que no me esperaba, escuché sonidos que no sabía cómo interpretar: aunque estuve toda la noche con los ojos cerrados, nunca me dormí, sino que estuve en ese estado de letargo, de entre sueños, típico de cuando uno se quiere dormir y no puede. Sentía mi cuerpo pesado, pesadísimo, afiebrado, sin fuerzas para moverse, con el estómago hecho una montaña rusa pero sin náuseas, sintiendo como la medicina se iba desparramando por cada célula de mi cuerpo. Ruymán cantó toda la noche, vi una calavera y luego una máscara de colores, en algún momento vi una llamarada dorada, enorme, casi transparente, que envolvía a Ruymán y al mismo fuego; vi muchos animales –mejor dicho, parecían espíritus de animales, ya que todos se veían en ese color grisáceo que los dibujitos nos enseñan de chicos que tienen los fantasmas- flotando hacia arriba, como si estuviesen nadando hacia la superficie; escuché un ruido muy fuerte, como si fuese un avión, viniendo desde mi derecha, que se escuchaba por encima de la lluvia que golpeaba el techo y agitaba las plantas afuera.

Podría haber tomado otra vez medicina esa noche, pero sentía un rechazo tan fuerte en la garganta, que tenía miedo de vomitarlo antes de poder incluso tragarlo, y sentía tanta debilidad, que no tenía fuerzas para pararme. Esa noche me quedé dormida en algún momento muy cerca del amanecer, para despertarme con la claridad de los primeros rayos. Ese día pregunté por lo que había visto y escuchado, y me dijeron que fue muy lindo lo que vi (lo de los animales y el fuego), que significaba la perfección de la vida. Yo creo que hay algo más ahí, en los animales (no sé si tendrá algo que ver con mi transición al veganismo), un significado conectado  más conmigo misma, con mis procesos y aprendizajes de ahora.

Al mediodía todos nos despedimos, en un ambiente de mucha tranquilidad, paz, armonía y amor, de esos que se sienten cuando una experiencia llega profundo, cuando te sentís conectado con el resto sin necesidad de hablar, cuando sabés que cuidan de vos aunque apenas te conozcan. De esas sensaciones que se sienten en las experiencias que vale la pena tener alguna vez en la vida. Y que siempre, siempre, dan ganas de repetir.


HISTORIAS A DEDO

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Desde que empecé a viajar a dedo hace unos meses en Ecuador, todos esos miedos que alguna vez me quisieron hacer creer sobre los peligros de la ruta quedaron no sólo relegados, sino eclipsados con las buenas experiencias. Si Perú se caracterizó por rutas llenas de camiones (y por ende, siempre viajar a velocidad de caracol en ellos), Ecuador fue un giro inesperado: salir a la ruta significaba esperar un auto o camioneta para llegar al próximo destino. Lo que nunca te dicen, es la cantidad de cosas que te pueden pasar. 

lago san pablo

Más que un desvío, una gran ayuda

CUENCA Y LOJA

Ninguna historia larga, sólo tenía ganas de contarlo: dos de cuatro personas que nos levantaron conocían a nuestro couch del momento. El mundo es pequeño.

 

RIOBAMBA

De Cuenca a Riobamba fueron tres autos: un piloto de taxi aéreo nos sacó de la ciudad (sí, hicimos dedo desde plena Avenida de las Américas, con la espera más larga: 30 minutos), dos chicos nos llevaron hasta Tambo (con bolsita de capulí incluida), donde nos levantó Lucho, un gringo-ecuatoriano. Paramos a comprar biscochitos, a conocer la iglesia más vieja de Ecuador, a almorzar.

Y llegó el momento humorístico en mividaenunamochila: Lucho nos dice que unos días atrás estaba en un bus, sentado al lado de un mujer, y del otro lado del pasillo había un chico joven, al que la señora le había ofrecido maní. Le ofreció una, dos, tres veces, y a él nada. El chico ya se sentía incómodo de que la mujer le siga ofreciendo, le dijo que no le había querido rechazar pero que coma tranquila, que eran suyos. La mujer, sin preocuparse demasiado, le dice “es que como no tengo dientes yo sólo les chupo la sal y después te los paso a ti”. Aunque me reí enseguida, tardé un rato en caer que era un chiste. Uno de los tantos chistes que nos contaba como si fuesen hechos cotidianos.

chimborazo ecuador

El Chimborazo, visto desde la casa de nuestro host.

mercado de hierbas riobamba

En el Mercado de hierbas.

pan mercado riobamba

Probando panes de Guaranda, hechos con panela.

mujer mercado riobamba

Esperando por un comprador

riobamba

Caminando por Riobamba

No sólo nos dejó en la puerta de la casa de nuestro host en Riobamba, sino que esa noche salimos a cenar con él y al día siguiente estuvimos los cuatro recorriendo los mercados, comiendo y jugando a las carta.

COTOPAXI

Para ir al Cotopaxi, lo intentamos dos veces. Cuando un sábado decidimos ir, ya era muy tarde: llegamos a la entrada del parque quince minutos pasadas las tres de la tarde, quince escasos minutos luego de que hayan cerrado.

Al día siguiente hicimos el segundo intento: salimos a las ocho de la mañana rumbo norte. Enseguida nos levantó un señor que trabajaba para la vicepresidencia de la nación, que espero no refleje los valores de la misma. El hombre en cuestión era un mar de prejuicios: cuando dije que lo único que había hecho en bus en Ecuador había sido la frontera porque otros viajeros me habían contado que era peligrosa, acotó con un “es que los peruanos roban”; cuando le conté que había estado viajando por Perú me respondió con un “es que los peruanos son diferentes, allá son todos negritos y feos”; más tarde al mencionar que iba a ir a Brasil remató con “allá te ven rubia y extranjera y te roban, en cualquier parte de Brasil”. Antes de dejarnos, nos comentó que si terminaba el trabajo en Quito, iba a ir al Cotopaxi con su familia, que nos encontraba allá. Por suerte, o no lo vimos o no fue. Gracias aparte por el aventón, alguien así, prefiero perderlo que encontrarlo.

estacionamiento cotopaxi

El estacionamiento del Cotopaxi, para subir al segundo refugio.

Desde allí, una pareja nos llevó los más de treinta kilómetros hasta la entrada, y en el estacionamiento conocimos una gran familia quiteña de mini-viaje que nos adoptó como dos hijos más durante todo el día. Hicimos lo que hacen todos en un lugar así: nos sacamos fotos, jugamos con la nieve, conversamos.

Hicimos toda la subida y la bajada con ellos y al terminar, nuestra idea era salir directo a la ruta para empezar a viajar hacia la costa, pero la insistencia de la familia y su hospitalidad me hicieron querer quedarme a compartir un rato más, así que fuimos con ellos a almorzar a Latacunga. Cuando ya parecía que nos subíamos a los autos para retomar la ruta, Jorge nos pregunta si nos molestaba ir diez minutos a tomar helado: una pregunta tan retórica que no daba ni para respuesta.

subida cotopaxi

Se me iba el aire subiendo…

segundo refugio cotopaxi

En el segundo refugio del Cotopaxi, lo más alto que se puede llegar sin guía.

panoramica cotopaxi

Panorámica, nieve y más nieve

Aunque esa mañana habíamos salido con la idea de acampar en el Cotopaxi, los planes cambiaron. Es que a veces pasa que, viajando a dedo, nunca sé qué puede pasar.

 

SANTO DOMINGO Y LAS GALLINAS

Después del Cotopaxi, nos queríamos ir directo a Mompiche. En el cruce de rutas nos levantó un señor que, en realidad, había parado a atender su teléfono y yo me acerqué a preguntarle si iba para Santo Domingo y si podía llevarnos. Mi hermano se acomodó adelante, y yo me fui atrás con las mochilas. Creo que Pablito (mi hermano) casi se agarra un infarto. Neiser, el señor que nos levantó, manejaba a fondo en un camino de montañas lleno de neblina, pasando a cuanto auto o camión se le ponía adelante, sin importar si ya era de noche o si venía una curva cerradísima. Yo estaba tiesa atrás, trabando de relajarme sacándole temas.

Cuando llegamos a Cayambe, el frío del Cotopaxi había quedado bien atrás, y acompañamos a Neiser a su granja. Pablito lo ayudó a meter gallinas en jaulas, sacar gallinas, pesar gallinas… mientras yo me quedaba lejitos y sin ver; desde que soy vegetariana cada vez me da más impresión tocar carne, ver animales muertos, manipular un animal que sé que van a matar, ver animales usados para entretenimiento (como un zoológico o una corrida de toros.

Antes de irnos a dormir, nos invitó a comer a un chifa, y de ahí sí, a la granja. Dormirmos en un colchón en un cuartito donde el baño no tenía cortina y no había ni lavabo ni inodoro, sólo una ducha. Un nuevo ítem para apuntar a la lista de “lugares donde dormí”.

A CAYAMBE IDA Y VUELTA

Salí de Ibarra rumbo a Cayambe para una de las charlas de esa semana. En San Antonio de Ibarra me levantó un señor que se iba a Quito, y me dejó en el segundo cruce desde donde iba a llegar más rápido. A los diez minutos me levantaron dos chicos: venían de Otavalo e íban a Ibarra también. Me llevaron a la plaza, donde me iba a encontrar con Darío, un profe del colegio donde daría la charla, y el chico que manejaba, al contarle que al día siguiente ya me volvía a Ibarra, me dijo que él también iba para allá, a las 8am, que me daba su celular para que lo llamara si quería ir con él.

paisaje sierra ecuador

Y por la sierra de Ecuador, te encontrás estos paisajes.

Esa noche, cuando me estaba por ir a dormir, le escribí, pero no me respondió. A la mañana siguiente, cuando me respondió, ya estaba en Otavalo, casi llegando a Ibarra. Pero cerca de las diez me llamó: se tenía que volver de urgencia a Cayambe y después ir a Ibarra, así que si quería podía pasarme a buscar. A los 15 minutos estaba afuera: para mí, eso quedó catalogado como auto-stop a domicilio.

DEL LAGO SAN PABLO A OTAVALO

Estaba en Otavalo y quería hacer algo, conocer alguno de todos los atractivos que hay cerca: la laguna de Cuicocha, las cascadas de Peguche, la laguna San Pablo. Sin mucho rumbo, y con ganas de que me levante un familia que me quiera unir a sus planes, salí a la ruta. Me levantó un camión que iba a Quito, y me dejó en la entrada del lago San Pablo.

lago san pablo

Lago San Pablo

Después de sentarme un tiempo frente al lago a escribir y de quedarme sin batería en la cámara, volví a la ruta. No me levantó una familia, pero el chico del auto me preguntó si podía unirse a mi plan: fuimos hasta San Pablo, encontramos un festejo en el pueblo, bajamos a las cascadas de Peguche y volvimos a Ibarra.

san pablo

Encontramos burbujas gigantes

cascada peguche

Pasamos por la cascada de Peguche…

camino secundario sierra ecuador

Fuimos por caminos secuandarios (foto del celu, está bastante fea)

A veces pasa: el que te levanta en la ruta quiere ser turista por un rato. Y es lo que más me gusta de hacer dedo, que no sólo ellos nos ayudan a nosotros, sino que muchas veces el que se sube también ayuda: a tener alguien con quién conversar, a pasar el rato acompañado, a cambiar de planes, a ir donde no se les hubiera ocurrido.

 

QUITO

Guápulo es es el el barrio bohemia por excelencia, catalogado muchas veces como un pueblo dentro de la ciudad ya que se encuentra en las faldas de la quebrada al río Machángara, por ende le da las espaldas a la ciudad. Dicen que Francisco de Orellana salió desde allí en su expedición al río Amazonas, y la calle principal la han homenajeado por eso: en Camino de Orellana se encuentran bares desde los que uno queda de frente a la quebrada y la neblina que todas las noches envuelve la ciudad, dándole un toque entre fantasmagórico y encantado.

En la mañana habíamos estado hablando con Nico sobre la charla que queríamos dar a través de La Trueca, y de una que iba a haber ese domingo en Tumbaco, uno de los valles de Quito. En la tarde fui con Andrés a Guápulo, y le comenté de las charlas mientras bajábamos por calles empedradas y sacábamos fotos. Ya pensábamos que a la vuelta íbamos a intentar hacer dedo.

calles guapulo

Hasta acá todo bien…

calles casas guapulo

Me encata Guápulo =) ¿Se imaginan la vista desde esas casas?

guapulo

Miren TODO lo que teníamos que subir

señor guapulo quito

Probó él una par de veces y nada, así que me puse yo: el cuarto o quinto auto nos levantó. A eso le llamo city-stop: hacer dedo dentro de la ciudad. ¿Y saben quién nos levantó? El chico que iba a dar la charla ese domingo por la Trueca. ¿Cuántas posibilidades había?

CAMINO A IBARRA

Como ya había hecho varias veces, tomé el bus a Carapungo y me bajé justo cuando se sale de Panamerica. Siempre caminaba unas cinco cuadras antes de hacer dedo, pero esta vez tenía una mochila más pesada y no tenía ganas, así que me puse ahí nomás. Pasaban un montón de autos, buses, camiones y camionetas, el problema es que yo estaba re mal ubicada y casi me volaban.

centrica boulevar ibarra

Acá tenía que volver…

En un momento pasó la policía y me asusté: tenía miedo de que me pidan papeles, que me echen de ahí por alguna razón (no está prohibido hacer dedo, pero uno nunca sabe qué -o quién- se puede encontrar). Me doy vuelta y veo venir a uno: aiiinopoooorfavor. Qué hago. Seguí haciendo dedo como si nada. El señor me saluda y, para mi sorpresa, me dice que ningún bus va a parar ahí, que debo ir más adelante. Le digo que estoy haciendo dedo, que no quiero un bus. Me dice, “igual, nadie va a frenar acá, si querés te llevamos más adelante, después del peaje te levantan”. ¿Enserio? Y yo que les tuve miedo.

Me subo a la camioneta, y ya saliendo de la ciudad escucho “Llamando a base, solicitando un 1023 para acolitar (ayudar) a una extranjera hasta el peaje, que está viajando a dedo”. Me llenaron con ¿De dónde eres? ¿Cómo así por acá? (esa forma rara que tienen en Ecuador para preguntar por qué uno está en su país, o qué anda haciendo por ahí) ¿Y no tenés miedo? ¿Cómo haces para viajar?, hasta que me dejaron en el peaje y ahí sí, el primer auto que pasó frenó.

*

Una de las cosas que más voy a extrañar viajando es bici es, irónicamente, viajar a dedo: eso de salir y no saber qué me encontraré. Por momento le tengo más miedo a viajar sola en bici que a hacer dedo sola. Será como todo: cuestión de acostumbrarme. Además, tampoco sé que me encontraré.

LA CIGUAPA

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ciguapa leyenda republica dominicana

Eso es lo que yo llamo tener memoria enciclopédica: recordar fechas exactas, la profundidad de las heridas, el aroma de las flores en primavera, el color de los atardeceres de verano, la intensidad de los amores, la voz de la abuela, los amaneceres en la playa, la ropa que llevaba puesta cada día, la mirada de cada persona que se cruzaba.

Cuando lo conocí me contó sobre ella, y me la describió con una profundidad de detalles que yo difícilmente podría reproducir. Me contaba de su pelo negro azabache y largo como nunca antes había visto, de sus ojos tristes, de su piel aterciopelada, de sus piernas finas y largas, de su cuerpo delicado. Me contó que la vio varias noches, cuando se había ido a acampar a la montaña en sus retiros espirituales. Él es de esas personas que trasmiten espiritualidad con sólo verlo sonreír, que tienen esa extraña mezcla entre delicadeza de mujer y fortaleza de hombre: sus ojos reflejaban una armonía y paz interior, y su cuerpo emanaba una vibra tan positiva que daba ganas de simplemente tenerlo cerca. Era un extranjero (que nunca supe de dónde era, porque la primera y única vez que se lo pregunté, su respuesta fue “extraterrestre”, dejándome a entender que era de todos lados y de ninguno a la vez, y que su lugar de origen era un misterio que prefería mantener reservado).

Lo había cruzado un par de veces ya, aunque nunca nos habíamos puesto a hablar tanto como esa vez. Ni sé cómo llegamos a ese tema. Es como en los sueños: uno no sabe bien cómo llegó a tal lugar, qué pasó antes, cuál fue el precedente para estar en ese punto. Recuerdo que de pronto me estaba contando de sus retiros en la montaña (¿habrá sido porque yo le comenté que me había anotado en uno? ya les dije, no lo sé…). Sus retiros eras su contacto con su yo interior, con su propio espíritu, con la energía del todo, con el más allá y el más acá. Se iba días a la montaña, con apenas unos litros de agua. Decía que cuanto más limpio estaba su cuerpo, cuanto más vacío de cualquier cosa ajena, más podía dejar entrar esa energía del universo. Me contó que hacía varios meses, en cada uno de esos retiros, se le aparecía una mujer de pelo largo y negro, que le envolvía el cuerpo como a si fuera un vestido natural, pareciendo casi un animal. Él la presentía llegar sigilosa, y sentarse frente a él, contamplándolo durante su meditación. Se quedaba horas ahí, mirándolo detenidamente, sin hablarle en ningún momento. Me decía que la sentía como si fuese una deidad, una energía del universo que tomaba la forma de una mujer. Pero él nunca la había visto: meditaba sentado al lado de un pequeño arroyo, con la espalda erguida y los ojos cerraods. Todas esas veces sólo la había intuido, definiendo sus formas en base a la energía le transmitía. Me hizo acordar a cuando estuve en la ceremonia de ayahuasca, donde incluso con los ojos cerrados, veía lo que pasaba a mí alrededor.

Me fui esa noche a dormir pensando en lo que habíamos hablado. Me sonaba raro: su descripción era igual a la de la ciguapa, esa leyenda tan popular de República Dominicana de la conocida canción. La leyenda dice que es una ninfa que sale en las noches a cabalgar por las montañas, que su único ropaje era su pelo negro larguísimo, que no hablan y que atraen a los hombres, los cuales se enamoran de la ciguapa y desaparece. Ahora… ¿por qué el había visto tantas veces, si de verdad era una ciguapa? ¿Por qué podía verla sin la necesidad de que sea luna creciente ni de estar con un perro al lado? ¿Por qué seguía por acá para poder contarlo.? Dicen que ellas no se enamoran…

Al día siguiente de la charl, él partía en otro retiro, esta vez uno corto de cuatro días. Quedamos en encontrarnos en el mismo lugar a la misma hora el jueves siguiente a que volviera de la montaña. Ese día lo esperé una hora. Nunca había tenido que esperarlo ni cinco minutos: siempre aparecía puntualmente a la hora acordada. Pero esta vez, aunque esperé por si se había demorado por alguna razón, nunca apareció, y el celular no es un medio de contacto para él. A la semana siguiente fui a la misma hora al mismo lugar para ver si estaba; a lo mejor había decidido extender su retiro una semana más.

¿Y si era la ciguapa…?

CÓMO ORGANIZAR UN VIAJE

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Hace rato que viene dando vuelta por tu cabeza. Querés viajar, querés dejar todo e irte. Irte y no saber cuándo volvés. O te querés ir algunos meses. No importa, vos querés irte. Le contás a tus amigos, se lo tirás a tu familia. Ni siquiera sabés dónde, pero necesitás un cambio, o capaz es algo con lo que soñás hace mucho tiempo pero nunca lo materializabas o por fin estás terminando tu carrera y querés darte ese merecido regalo. Lo que no sabés (y te tiene nervioso) es cómo irte. No sabés ni por dónde empezar a organizarte. No tenés ni idea de cuánta plata podés necesitar, ni de qué meter en la mochila (¿llevo mochila o valija?), ni de qué trámites podés llegar a necesitar antes de irte, ni cómo vas a hacer bien con la plata. Hay tantos dando vueltas por ahí… ves las fotos de amigos, de conocidos y desconocidos comiendo en un puestito callejero en Asia, en las ruinas en Perú o caminando por callejones en Europa y vos querés estar ahí también.

viajemos

¡Y vamos a todas partes!

Son tantos los mails que me mandan con preguntas tan abiertas o pidiéndome consejos que podrían ser eternos, que mejor lo plasmo todo en un post y listo el pollo, acá está para todos =) (carita de por fin hice un post respondiendo tantas preguntas). ¡Espero les sirva!

1) ¿A DÓNDE NOS VAMOS?

Capaz ya lo tenés súper resuelto, capaz sólo sabés que querés irte, pero no tenés idea de dónde. Dónde te vayas depende de varias cosas: el tiempo disponible (unos meses o sin fecha de vuelta), el costo de vida del país, los idiomas que hablemos, las experiencias que tengamos ganas de vivir, el presupuesto inicial (y si pensás trabajar durante el viaje), tus gustos personales. Es el primer paso para podes organizar el viaje.

playa los órganos máncora perú

Podés ir a la playa…

foto-4

…a la selva…

cotopaxi ecuador

a la montaña…

cumbaya quito ecuador

…recorrer ciudades…

2) DOCUMENTACIÓN

* La la mayoría de los países piden un pasaporte con validez de 6 meses, así que tené en cuenta tus fechas de viaje, y si falta poco para que venza, renovalo antes de salir (y si tenés doble nacionalidad, fijate qué pasaporte te conviene en cada país)

* La visa depende de dónde somos y a dónde vamos, vamos a tener que chequear si necesitamos visa y, en ese caso, si se saca on arrival (al llegar al aeropuerto), o si hay que tramitarla antes (y si podemos sacarla sólo en nuestro país o podemos obternerla durante el viaje en una embajada en otro país). En esta página podés ver si necesitás visa.

pasaporte y visa

(Lo de emergencia fue porque es el pasaporte que me hice después del robo)

3) SALUD

* Investigá el sistema de salud del país: ¿es caro? ¿es obligatorio el seguro? En Europa ay que entrar con seguro médico, pero en Ecuador por ejemplo es gratis la atención. Pensá también en la fragilidad/resistencia de tu sistema inmune o de tu cuerpo. El tema del seguro personal es tu decisión.

* Averiguá si hay vacunas obligatorias para entrar en el país/países que visites. La más común que suele ser obligatoria es la de la fiebre amarilla (que en Argentina se coloca gratis). Asegurate cuánto tiempo antes tenés que aplicártelas en caso de ser necesario.

hospital cuba

Así terminamos en el hospital cuando Semih se cayó a un pozo en una calle en Santa Clara, Cuba.

4) EL DESTINO

* Averiguá el clima, para saber qué tipo de ropa llevar (no te dejes engañar por el clima de tu ciudad, yo así me fui con poca ropa a Bolivia porque justo en ese fecha en Argentina no hacía frío… y era junio) y en qué época es mejor ir (y que no te agarre temporada de ciclones en Cuba…)

turquia

Cuando fui a Colombia y Cuba, evidentemente no llevé esta ropa…

* Yo no soy referencia, pero leer algo acerca de nuestro país (o países) destino nos va a ayudar a  tener una idea sobre qué nos gustaría ver, qué ciudades podemos visitar, y qué actividades se pueden hacer (y así tener una idea -más menos- clara sobre los lugares a los que queremos ir). De todas formas, una vez en destino, nunca dejes de hablar con los locales y otros viajeros sobre lugares recomendados. A veces no aparecen ni en las guías.

* Sobre lugares, info y recomendaciones, lo variado es lo mejor: chequear tanto en blogs y foros, como en guías de viaje y páginas oficinales del país (y después de los lugares específicos).

*Averiguá cuánto tiempo podés estar en cada país: aunque en general con 90 días, algunos países tienen reglas diferentes. El espacio Schengen funciona como un todo, en el que te dejan estar 90 días en todos esos países (en total), hay países en los que podés estar 45 días, otros donde podés estar 90 y renovarlo hasta 180 días (y en algunos lo hacés en migraciones, y en otros tenés que entrar y salir del país).

* Hay foros de internet y blogs de viajes con consejos de gente que estuvo en esos lugares. Además, webs como NetGlobers tienen toda la info que un viajero puede necesitar de cualquier país.

* Averiguá los costos del país, para tener una idea de los precios, el tipo de cambio, qué moneda conviene llevar (en Cuba por ejemplo no es para nada conveniente llegar con dólares).

* Para cuando estés por entrar al país, chequeá qué cosas se pueden entrar: en Chile por ejemplo no se pueden entrar semillas, productos y derivados lácteos, verduras y frutas, y en Europa no se puede llevar en el equipaje de mano de los vuelos botellas con líquidos de más de 100ml.

* Si tenés un tiempo acotado, tratá de planificar para aprovechar tu tiempo al máximo.

5) ¿EN QUÉ ME VOY?

* Cada medio tiene sus ventajas y desventajas. Por ahí leyendo historias de otros te entusiasmás con algo que ni se te ocurría. Podes viajar a dedo, en motorhome, en auto, en velero, en bici, en moto, caminando… (googleá y vas a ver que hay más historias de las que te imaginabas).

familia viajera zapp

Podés viajar en familia y en un auto viaje, como los Zapp

viaje en vespa

O viajar en una Vespa por Latinomérica como hace Franscisco.

¿Te animarías…?
viajar a dedo

A dedo… eramos tres chicas y nos subían sin problemas =)

viajeros a pie

Aunque te parezca demasiado, incluso hay viajeros a pie, como Nacho

6) ARMAR LA MOCHILA

Antes que todo, antes de armar la mochila, debemos elegirla según dónde vamos, nuestra contextura y para qué la necesitemos (si además de simplemente mochilear vamos a hacer trekkings y demás).

Mientras viajé como mochilera, llevé dos mochilas, una grande el grueso de cosas, y otra más chica donde llevo la cosas más valiosas (y el bolsito de la cámara aparte, porque sino me ocupa 1/3 de la mochila).

TAMAÑO

Las mochilas se miden por litros, no por peso, ya que así podemos saber su capacidad (cuanto pese va a depender de lo que le metamos adentro). Las mochilas vienen de entre 20 a 90 lts, pero más capacidad no necesariamente es mejor. Con el tiempo, yo me fui dando cuenta que mientras más grande es la mochila, más cosas le pongo porque “todavía tengo espacio”. En mi primer viaje, me llevé una mochila de 90 lts. Ahora uso una de 45 lts donde, creanme, entra todo por arte de magia.

ESTRUCTURA

mochi

En un trekking de un finde, llevo sólo la grande…

Es importante que la mochila sea fuerte, tanto para que resista el peso y volumen de las cosas, como para que se adapte a nuestro cuerpo y cargarla no sea un problema. Debe llevar una estructura de aluminio en la parte que apoya sobre la espalda, y debe tener correas que se ajunten, una en tu cadera, y la otra a la altura del pecho, para que el peso no caigo en tus hombros. Es importante fijarse el material del que está fabricada, las costuras, cierres, uniones. Si es de tela repelente al agua, mejor, pero lo ideal es tener un cobertor impermeable par la lluvia.

Por último, pero no menos importante, es que tenga bolsillos. Para mí es casi vital para guardar ropa interior, cosas pequeñas o a las que necesitamos tener fácil acceso, etc. Lo mismo con las divisiones internas y cierres, para tener mejor acceso a las diferentes partes de lo guardado.

¿QUÉ LLEVO?

* MOCHILA GRANDE

Como esta es la mochila que va a la bodega del avión o del bus o la dejo ahí detrás en el auto o camión que me levantó (o incluso en la chata de una camioneta), es donde pongo cosas que, de ser robada, no me me genere más que una pérdida de cosas materiales. Es decir, nunca pongo ahí nada de valor ni de importancia como electrónica, plata o documentos.

Lo importante para mí es armarla con tiempo (y no tres horas antes de salir al aeropuerto como hice alguna vez), pesarla, caminar con ella, y revisar lo que pusimos (que seguramente habremos puesto algo de más y habremos olvidado algo). Y siempre tené en cuenta: lo que llevás por las dudas, no lo lleves.

Lo que nunca falta en esta mochila es:

* Cobertor de mochila
* Toalla de secado rápido (es diminuta, liviana y se seca rapidísimo. Se consigue en casas de camping)
* 4 pares medias/bombachas/corpiños de ropa interior
* Trípode para la cámara (afuera, sujetado con las correas o con pulpos)
* Pashmina/pañuelo (para el cuello, para taparme en los buses)
* Havaianas (para la playa, para las duchas)
* Alpargatas
* Zapatillas (siempre llevo 2 pares, unas de trekking bien cómodas para caminar mucho, y otras más relajadas, yo tengo las Nike Air que son súper cómodas y también sirven para caminar mucho en verano sin sufrir calor ni que duelan los pies)
* Campera impermeable/rompevientos (para la lluvia, el viento)
* Campera de algodón
* Leggins y/o calza deportiva
* Babucha (multiuso: como pijama, de entre casa, y en verano, sirve para los buses buses y los días frescos)
* Pijama (una remera cualquiera, y la babucha o un short)
* Bikini (además de servir de ropa interior, uno nunca sabe cuándo puede tener la oportunidad de usarla, aunque sea invierno)

El resto ya depende de dónde vamos, en qué época, qué tipo de actividades vamos a hacer. Para los viajes largos, en los que cruzo muchos climas, mi mochila es así:

* 1-2 vestiditos (que me sirven para la playa, la ciudad y para salir, llegado el caso)
* 3 musculosas
* 4 mangas cortas
* 1 short de jean
* Pañuelo para el sol o sombrero
* Antiparras (nunca se sabe qué se puede encontrar en el mar…)
* Pantalón urbano (algo así como un cargo, es cómodo y no es tan sport como una calza, y me puedo poner las leggins si hace frío)
* 1 remera mangas largas (yo tengo una dry fit, súper calentita e ideal para trekkings en altura)
* 2 buzos (uno de algodón frizado y otro de polar, como para diferentes temperaturas)
* Calzas frizadas (si sé que me va a tocar invierno fuerte)
* 1 remeras musculosa de microfibra (ídem)
* Kit invierno: gorro + guantes (bufanda no llevo porque mis buzos tienen cuellos alto)
*

* Toda la ropa va enrollada para ocupar menos espacio, y adentro de bolsas de plástico, para separarlas y mantenerlas seca en caso de.

* Carpa, aislante y bolsa de dormir, queda en vos. Este en mi primer viaje donde cargué las tres cosas. Algunas personas cargan sólo bolsa de dormir, lo cual te puede salvar con algunos host que no tienen suficientes mantas, o donde las sábanas no parecen muy pulcras.

Kit de aseo/belleza

Este es mi set de cosas de aseo y “belleza” que llevo en un estuche de esos que muchas veces vienen con los perfumes o alguno que haya encontrado en casa. Lo ideal es tenerlo en un lugar de fácil acceso.

* Shampo (no uso peine ni cepillo ni acondicionador)
* Cepillo de dientes + dentrífico (todo metido en una bolsita)
* Desodorante (en barra porque es más chico)
* Talco para zapatillas
* Crema de cuerpo
* Protector solar (así sea invierno, hay lugares donde el sol es fuerte, y si vamos a estar todo el día dando vueltas afuera, es bueno para cuidarse. Todavía estoy tratando de ponerlo en práctica.)
* Repelente para insectos (según el lugar)
* Cuestiones femeninas (cada una sabe, en cada tema)
* Hisopos
* Kit alicate + lima (sigo esforzándome por mantener mis uñas un poquito largas)
* Pinza de depilar (y para los hombres, puede formar parte del botiquín, es muy útil además para sacar espinas, por ej)
* Aguja e hilo (siempre un botón salta, se hace un agujerito… nunca está de más)
* Espejito (seguramente un hombre no lo necesita…)
* Aritos (cada vez menos, me cansé de perderlos o que se me rompan…)
* Delineador (mi único maquillaje)
*
productos belleza en viaje

No sé si te vas a poder llevar tantas cosas así…

*

* A los envases de shampoo, crema, etc. podés, 1) guardarlas en bolsas por si se llegan a abrir) o 2) ponerle un plástico en la tapa, para que si se abre el pico, no se derrame.* Los envases de tic-tac son geniales para llevar invisibles, clips, aritos pequeños (e incluso hacer un salero transportable).* Si vas a llevar varios collares o aritos, te recomiendo que los pongas en un pastillero o mini tupper, para evitar que se rompan o enrieden.

* MOCHILA CHICA

Esta es la mochila todamividaestáacáadentro, la que siempre dije que cuido como oro y de la que no me despego por ningún motivo. Si estoy viajando en bus, la pongo debajo mío, trato de agarrarla de alguna forma con el pie o la mano, pero asegurarme de que nada le pase.

* Laptop + cargador
* Adaptador universal
* Alcohol en gel (para poder tener las manos limpias en cualquier momento sin necesidad de un baño)
* Kindle (e-book)
* Un libro (el kindle jamás logrará remplazar el papel)
* Cuaderno + mini cuadernito (para llevar a todos lados) + birome
* Gafas de sol
* Lentes de lectura (soy medio chicata…)
* Portadocumentos con documentos importantes: pasaporte, certificados de vacunas, documentos que sea necesario conservar (migraciones o aduanas por ejemplo), pasajes, plata
* Papel higiénico (uno nunca sabe qué (no) se encontrará)
* Pañuelos descartables
* Gancho para el pelo + invisibles
* Mini linterna (tengo una frontal, súper cómoda)
* MP3 + auriculares (y yo llevo un mini-parlante)
* Celular (liberado para poder usarlo en cualquier país; tiene que ser cuatribanda)
* Spork (o cuchara-cuchillo-tenedor todo en uno!)
* Toallitas desmaquillantes
* Navaja multiuso (tipo Vitorinok)
* Mini botiquín (yo llevo lo mínimo e indispensable, no suelo tomar pastillas porque no me gusta, pero ahí están por las dudas) (Tampoco llevo todo esto, les doy una idea de las cosas más necesarias).
  • Analgésico y antiflamatorio (Ibuprofeno)
  • Curitas
  • Miorelajante (Prinidol)
  • Pastillas de carbón (Carbogasol digestivo)
  • Pastillas para el dolor de panza (Certal, Buscapina)
  • Antiséptico de quemaduras y heridas infectadas. Cicatrizante (Platsul A)
  • Macril (la crema mágica, cura todos los cortes en nada de tiempo)
  • Crema para picaduras (Caladryl)
* Yo no llevo jean, no me resulta cómodo para viajar, y decidí dejar de cargarlo.
* Todos los cargadores los guardo enrollados en una bolsita ziploc.
* Los auriculares podés enrrollarlos en un sujeta papel y que así no se te enrriede.
* Siempre llevo bolsas de plástico en algún bolsillito, que sirven para la ropa sucia, para envolver cosas, para guardar comida.
* Mi cámara la llevo aparte, en su bolsito respectivo. 
* Si llevás un disco duro externo, no lo lleves e el mismo lugar que tu computadora. Es obvio, pero yo lo tenía en la mochila chica, y cuando me robaron perdí todo.
*

7) MÁS TIPS: 

* ¿Te gusta la fotografía? En este link tenés mucha info sobre cómo preparar tu equipo de fotografía para un vaije (además de que la página tiene consejos buenísimos)

cuicocha fotografia

* Llevá un candado para tu mochila (para el hostels, para viajes en bus de noche, para dejarlo de tu Couch -no porque no te de confianza, sino por una cuestión de quedarte tranquila a veces-)

* Fotocopiá y mandá a tu email tus documentos: pasaporte y certificado de vacunas. Si les pasa algo a los originales, del mail no se pierden.

* Averiguá el enchufe que necesitás en los países a los que vas (en este link podés hacerlo. Lo mejor es llevar un adaptador universal y olvidarse del problema.

* Les recomiendo llevar la plata, tarjetas y pasaporte en un morral oculto debajo de la ropa, esos que son bien chatos.

morral documentos

Plata, tarjetas, cédula y una memoria flash siempre conmigo.

* Para manejar el tema del dinero durante el viaje, yo recomiendo llevar algo en efectivo y tener una tarjeta de débito/crédito (si es que dejarte parte de tus ahorra en casa) con la que poder ir retirando cada tanto, y pagando en donde puedas con ellas. Tené en cuenta de chequear que la tarjeta funcione en el exterior (y en Argentina, con la de crédito con el PIN activado, sirve en los cajeros automáticos).

* Si querés hacer un voluntariado durante el viaje, te recomiendo que empieces a chequear con tiempo y vayas contactándote con los diferentes lugares; en algunos sitios tienen mucha demanda y podrían estar llenos si escribís a última hora. En este link tenés mucha info sobre webs y organizaciones a través de las cuales podés hacer intercambios.

* Yo recomiendo cambiar plata antes de llegar pero tener algo. En Europa siempre cambiaba unos 10 euros antes de cambiarme de país, y así tener con qué moverme apenas llegaba (y el día que llegué a la frontera con Rumania a las 2am y no tenía un peso en moneda local no supe qué hacer…)

* Si no querés irte solo y estás en busca de un compañero de viaje, en muchos foros en Face o Internet, y páginas como Globetrooper.

huacachina peru

También CouchSurfing es un medio para hacerte compañeros de viaje. Yo conocí así a Joa en Cusco.

* Si viajás con ahorros, llevá efectivo y tarjeta de crédito/débito (si tenés), para evitar tener todo el dinero arriba. Averiguá que la tarjeta funcione en el exterior, y si sos de Argentina y creés que no se puede por los asuntos económicos de hoy en día, te cuento: si tenés una tarjeta internacional (VISA o Mastercard) podés activar el PIN llamando a la tarjeta y ¡listo! Te da un código de cuatro número y cuando vas al cajero, lo tipeas y te sirve cual tarjeta de débito (sin necesidad de tener una cuenta en dólares en Argentina).

* Si tomás algún medicamento en particular de forma regular, consultá con tu médico si te puede extender una receta con las drogas para poder conseguirlo de forma genérica o en otra marca o, si te vas pocos meses, a lo mejor te conviene llevarte algunas cajitas y evitarte buscarlo en tu destino.

Esto es sólo para ayudarte, acordate que a viajar se aprende como cualquier otra cosa: haciéndolo. Que podés organizar el viaje lo más que quieras, pero lo más importante es que abras tu cabeza a todas esas nuevas experiencias que vas a vivir; que podés leerte la guía de viajes de arriba a abajo, pero tenés que aprender después a leer e interpreat la cultura del lugar a donde vas, que podés llenar tu cámara de fotos, pero lo importante es que llenes tu corazón de experiencias y recuerdos; que podés ir a comer al mejor restaurante y dormir en el mejor hotel, pero no hay nada como sentir la hospitalidad de un colchón o un sofá en la casa de un local. Que podés desear muchísimo irte de viaje, pero si no te movés para hacerlo, él no va a llegar. En este caso, Mahoma siempre va a la montaña.

Así que ya sabés…

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Comprá un ticket y andate. Es de las mejores experiencias que te pueden pasar =)

QUITO SIN ENSAYOS

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el panecillo quito

El Panecillo

PRELUDIO

Para Quito tenía una fecha de llegada. Las únicas fechas que tuve hasta ahora fueron las cuatro veces que vinieron a visitarme. Cochabamba, Cusco, Lima y Quito me tenían reservada una fecha de llegada. Esa última vez, el que llegaba era mi hermano, un sábado a las 2:30pm.

Llegué desde Ambato en un trajín de vehículos y horarios. Sin saberlo, tomé el camino más largo y me crucé toda la Panamericana en vez de tomar el camino que va directo al aeropuerto, así que llegué agotadísima y una hora más tarde. Pero llegué, y a dedo hasta el aeropuerto =)

PRIMER ACTO

Había escuchado mucho de Quito, pero principalmente que era la ciudad con el centro histórico mejor conservado de América. Podrá haberlo declarado la UNESCO, pero la verdad es que me desilusioné. O caminamos mal o no recorrimos lo suficiente o miramos mal o no sabemos nada de historia: no le encontré nada de maravilloso ni de diferente a otras ciudades coloniales.

quito ecuador mirador

Nunca entendí dónde nos metimos… (con razón no encontramos lo “lindo” de Quito)

quito ecuador

centro historico quito

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casa presidencial quito ecuador

Desde la Casa Presidencial

Aunque Quito me resultó la síntesis de todo lo que no me gusta (el tráfico, el ruido, los fast food, las cadenas internacionales, los locales que llevan al consumismo, el estres de la gente, el casi nulo contacto con los locales), también tuvo una debilidad para mí, una debilidad que tengo con una hora del día. Cuando el sol desaparece y ya no quedan rastros de él, ese lapso entre el día y la noche, los minutos en que el cielo queda celeste y toda la ciudad se torna azulada y las luces empiezan a aparecer como puntitos amarillos. Haría todos los días una cita con el atardecer. Alguna vez leí que existe algo así como nictofilia, un amor por la oscuridad y la noche; yo debería tener atardifilia, un amor y embobamiento desmesurado por los atardeceres. No importa cuántos haya visto y que sienta que ya encontré el lugar con los mejores, el atardecer me gusta en todos lados.

INTERMEDIO I

Nos fuimos a recorrer por ahí: Quilotoa, Cotopaxi, Mompiche, Mindo. Si cada lugar lo guardáramos con una etiqueta en una biblioteca de archivos de viaje, Quilotoa sería “lugares donde lloré cuando llegué”, el Cotopaxi sería “lugares para volver en bici”, Mompiche sería “lugares donde entender la tranquilidad”. Mindo, en cambio, quedó registrado dentro de los “lugares llenos de extranjeros instalados”.

SEGUNDO ACTO

Volvimos a Quito, mi hermano se fue y yo me metí de cabeza en mis cosas: escribir para el blog, escribir para el diario, editar fotos, subir fotos, backupiar fotos, que pensar si hago o no hago un librito, organizar todo lo de la bici, ir al médico para ver qué onda con mi pie esguinzado, seguir con el proyecto de murales.

cumbaya valle quito

En Cumbayá, donde estuve el primer tiempo.

Y un domingo, por si era poco, salieron más cosas: que una charla acá, que una charla allá, que el libro estaría buenísimo, que te puedo conseguir esto, que decidí hacer el libro.

Qué revuelto que es todo. Creo que ya sé por qué no me gustan las capitales: es una cuestión de alienación, que hay tanta gente que nadie se preocupa por el otro. Cada uno vive en su mundo, inserto en su realidad, su burbuja, sus problemas, sus circunstancias. La ciudad está llena de gente, pero todos son completos extraños.

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Aunque hay partes más tranquilas…

plaza grande quito

Igual, lo que me gusta de estar instalada son esos pequeños detalles que disfruto de estar un poco instalada: poder tener muchas opciones en la heladera para prepararme mi ensalada de frutas de cada mañana, cada mediodía poder comer variado, rico y casero sin tener que caer siempre en palta-tomate-plátano-sopa-maíz, levantarme temprano para hacer deporte, tener uno de mis mejores amigos en la misma ciudad y esperarlo para conversar tomando té.

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Poder salir a tomar una cerveza a La Mariscal con amigos

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Ver Guápulo toda una noche con amigos

Pasaron los días, empecé a conocer gente y empezaron a surgir planes y salidas y yo sentía que no me daba el tiempo para compartir con todos. Lo que me deja de lindo, es saber que, vaya donde vaya, siempre voy a poder hacerme amigos. Me da esa tranquilidad que si mañana me mudo al Congo, podría hacerme amigos, que Chile no fue un caso excepcional.

INTERMEDIO II

Terminé el libro y necesitaba irme. E Ibarra me esperaba para la charla en la Casa de la Cultura. Una charla que se transformó en tres más. Cambiar de aire me hizo bien: las capitales ya no son para mí.

Volví a Quito por un día para hablar con el bar donde iba a hacer la presentación del libro y estuve tres TRES horas perdida dando vueltas en buses por la ciudad. Después de que el camionero me dejó en vaya a saber uno qué parte de la ciudad, pregunto y me subo a un bus y el pibe, después de cobrarme, me dice que podría haberme tomado un bus arriba del puente y era más corto. Qué vivo que sos. En el trayecto me siento perdida, yendo al sur y no al norte (como tenía que ir): cuando me dicen que era mi bajada, no reconocía nada. Sin preguntarme, me mandaron al Quicentro Sur. ¿Cómo puede ser que si hay dos Quicentro en la ciudad, me manden directo a uno sin preguntarme antes a cuál voy? Y yo soy más boluda de preguntar bien… Encima, estaba tan absorta puteando al mundo, que casi me pisa el trole, me la vi cerca. Ni me había dado cuenta que estaba en medio de la calle.

Para cerrar mi experiencia en Quito, me hicieron ir a una reunión en la otra punta de donde yo estaba para decirme “Nos gustaría que expongas acá, ¿necesitás proyector o algo más? Sería el viernes xx. Gracias, ¡me tengo que ir!” No no no, no me hagan esto, correr por Quito para decirme algo que podíamos hablar por teléfono.

Por suerte me volví rápido a Ibarra: la ceremonia de ayahuasca me esperaba.

TERCER ACTO

Volví a Quito para presentar el libro. Estuve tan distraída esos últimos días, que ni me gasté en preparar la charla: sabía que si improvisaba iba a ser mejor. Así que armé un ppt a modo de guía, puse una frase al principio para usar de puntapié y otra al final para usar de cierre y listo.

la ronda quito

centro histórico quito

quito

la primera casa la ronda quito

Siento que tanta permanencia en Quito me hizo perder la sensibilidad, que hasta escribir me cuesta. Es como cuando estuve en Chile, que sentía que el bichito viajero se había adormecido, donde esa capacidad de sorpresa e imaginación queda en stand by. Y encima, quiero estar sola. No tengo ganas de hablar; hasta pensar me cuesta, tengo la mente en blanco y así quiero que se quede. ¿Por qué necesito silencio? No quiero hablar por hablar, repetir las mismas respuestas en piloto automático. Mi silencio no es sólo de palabras, es mental. No quiero pensamientos en mi cabeza, no quiero descusiones ajenas ni propias, no quiero explicaciones ni reflexiones. Necesito dejar la mente en blanco y que todo se procese a su tiempo.

Quito me tenía tan estresada, que un finde me fui a Otavalo. Un amigo me dijo que estaba allá en la casa de otro amigo y fui. Justo empezaba el Inti Raymi y a lo mejor algo agarraba, pero por sobre todo, necesitaba irme de Quito, necesitaba un cambio de aire y de personas.

INTERMEDIO III

Llegué a Ibarra con lluvia. Parece que se intercambiaron los climas: salió el sol en Quito y la lluvia se mudó a Ibarra. Llegué a Ibarra y ya quería extender mi estadía: es mi relax de la gran ciudad. Hay algo que flota en esa ciudad, un imán que me dice quedate máaaas.

Y me quedé más: con Andrés -un argentino que crucé en Quito, que está viajando en bici hasta Alaska- íbamos a hacer la costa a dedo. Un día y medio antes de irnos me dijo que no quería dejar la bici, que seguía a Colombia. Ahora ya no tengo excusas para irme: me quedo cuanto tengo ganas en Ibarra.

Tengo que empezar el viaje en bici, necesito renovarme. Esa es la palabra: re no var me. ¿Cuánto tiempo llevo entre Quito e Ibarra? ¿Cómo describir la rutina?

FINAL

Creo que le estoy agarrando el gustito a la ciudad: entendí que no había recorrido Quito lo suficiente, caminé por Guápulo y por el centro histórico, conocí Itchimbía y me sorprendí de no haber pisado antes ese barrio. Salir sin mapa (o que el mapa sea alguien del lugar) es la mejor forma de conocer una ciudad.

guapulo quito

Por las calles de Guápulo

señor barrio guapulo

guapulo quito flores

Y también recordé que las ciudades gustan más cuando tenés amigos y planes, cuando creas una conexión emocional con el lugar: juntarnos a comer con Sara y Arcelio (una chica franco-iraní y su novio mozambiqueño), juntarme con argentinos a ver los últimos partidos del mundial, volver a bailar tango, las charlas de “La ley de la atracción y los viajes” que dimos con Nico (mi host las últimas semanas en Quito), pintarnos las uñas y hacernos mascarillas, las clases de yoga como trueque de la charla, ir a ver un show de danza, los cevichochos en La Carolina, un pic-nic de mujeres en un parque que no conocía, mirar Quito encendida desde algún café.

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Ver el Cotopaxi merendando con amigos

señora la ronda

Conocí a maría

foto

Ahí me di cuenta cómo es mi relación amor-odio con Quito: mientras no tenga que subirme a un trole/ecovía/bus está todo bien, y la ciudad me gusta, la disfruto. Ahora, al momento que piso el transporte público (en horario pico, con toda la gente amontonada y sin discernir cuál es el brazo y la pierna de cada quién) mi cariño se transforma casi que de inmediato en un rechazo en que me da ganas de putear a Quito, a la gente, al transporte, a la planificación y hasta al chofer.

Hace un tiempo leí un mini-cuento que me hace acordar mucho a esto: “Las personas ya no se fijan por donde caminan o se fijan demasiado en su camino y no se dan cuenta que hay otros que también van por el mismo lugar. En los fines de semana, las calles del centro parecen un mar de gente; quisiera evadirlas, pero ¿por dónde más podría transitar? Las cruzo como si estuviera en una pista de obstáculos e inevitablemente choco con una persona: “Lo siento”. Su expresión de irritabilidad cambia a una más amable. Quizás, sólo el uso de una frase puede hacer más placentera la navegación por este mar” (Didis Caro)

rincones quito

Estos rincones me encantan…

rincones quito colonial

rincones quito puerta

rincones quito vista

rincones quito calle

Son casi 5 meses que estoy en Quito. ¿Se puede decir que viví en una ciudad donde no tuve una casa fija? ¿En una ciudad donde dormí en casi 10 camas y me bañé en tantas duchas? ¿Donde no tenía más que una bolsita con una botella con agua porque mis cosas estaban desparramadas en dos casas? ¿Cuál es el punto entre estar de viaje y estar viviendo? ¿Una casa tuya o la permanencia en un lugar?

Después de casi 5 meses, hoy le digo adiós a Quito. A la ciudad que vio nacer a mi hijito-libro, la ciudad que me vio yendo de acá para allá por entrevistas o a entregar libros o a comprar algo o a dar una charla, la ciudad que me dio la bici, la ciudad que me vio hacerme amigos, que me vio conociendo gente, que me vio reír y llorar, que me vio enojada y feliz. Como dijo Chaplin: “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.” Las ciudades tampoco te dan tiempo de ensayo: las vives en el momento, en su ritmo, a tu ritmo, en sus y tus altos y bajos. Cada día es el día de función.

mas amor menos motor

Hoy sí…

Finalmente, después de patearlo de abril a junio, a principios de julio, a mitad de julio, a fines de julo, al martes, al miércoles, al viernes, me estoy yendo hoy. Y voy a ser sincera: estoy cagada hasta las patas. Tengo más miedo que ladrón a punto de ser descubierto, más nervios que mina a punto de tener su primera vez, más ansiedad que mujer embarazada. No me voy a hacer la valiente ahora: hace unos días se me estrujaba el corazón de sólo pensar en empezar el viaje, y ayer me largué a llorar un par de veces mientras pensaba que no quería salir, que un día más por favor. ¿Pero para qué lo voy a postergar? Si no es hoy es mañana, y hoy estaría en ese mismo estado: con un vacío en el estómago de tantas emociones agalopadas. 

Por suerte (porque sino sí me quedaba) en la casa de ciclistas donde estoy en Tumbaco (uno de los valles de Quito) me echaron: me echaron en el buen sentido, Santi me dijo “te vas hoy y pedaleas tres horas”. Un empujón no viene mal. Hoy termina la obra en Quito y empieza otra: el viaje en bici.

LAS 20 REGLAS DE LA PLAYA

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PLAYA (Del lat. tardío plagĭa).

1. f. Ribera del mar o de un río grande, formada de arenales en superficie casi plana.

2. f. Porción de mar contigua a esta ribera.

Para mí, tiene un tercer significado: Lugar de relajación, tranquilidad y descanso. 

playa ibiza

Imagen de Lim Heng Swee

1. Amala en la cercanía y la lejanía: Si vivís toda tu vida al lado del mar, ver el mar te va a parecer tan cotidiano como cepillarte los dientes, y te va a producir nostalgia cada vez que no estés cerca. Si vivís a 1000 km., como fue mi caso , le vas a tener amor por idealización, y la vas a poner en un pedestal porque creés que vivir frente al mar es lo mejor que te puede pasar.

2. Levantate sonriendo: estás frente al mar.

3. Las ojotas son obligatorias (para llevarlas, no para usarlas).

4. La Ley de Murphy también aplica a la playa: si te pones protector solar antes de ir al mar, cuando llegués el cielo va a estar tapado de nubes grises; el día que salgas a caminar por la costanera y te hayas olvidado de ponértelo antes, el sol va a ser tan fuerte que vas a volver colorado.

5. Debés aprender a masticar arena: comerte un sandwiche preparado en la playa significa arena de aderezo.

6. Todo tiene que ser a prueba de olas: cada vez que te metas al mar, nunca sabrás qué pasará con tu pelo, ni con tu bikini, ni con las pulseras, ni con los aritos.

7. Llevá un buen libro

8. Dormite acostado en la arena, y despertate sin saber siquiéra cuánto tiempo pasó.

9. Encontrá playas paradisíacas donde quisieras irIbizaTayrona, Los Roques, Whitehaven, Watamu y pegá fotos en tu cuarto e imágenes mentales en tu cabeza y fondos de pantalla en tu compu para seguir soñando y, algún día, convertirlo en realidad (cual ley de la atracción)

10. Si sos mujer, no olvides que el pareo es tan importante como funcional : para la cabeza, como vestido, como lona. Si sos hombre… nada, usá la remera como gorro.

11. Disfrutá cada atardecer, sintiendo la brisa en la cara y el cuerpo. Y un día, quedáte hasta medianoche conversando con amigos (y si hay fogata incluida, mucho mejor).

12. Olvidáte un día la toalla, y dejáte secar por el sol y el viento

13. Caminá hasta que ya no puedas ver dónde estabas

14. Olvidate el reloj. No hay horas en la playa (sólo para cuidarte del sol).

15. Mirá a los chicos surfear. O a las chicas tomar sol. La playa es el lugar ideal para no hacer nada.

16. Recolectá conchas marinas (y después ponelas en tu escritorio, o en un cuadrito en tu pieza, o colgadas en tu patio como un móvil, o adentro de un frasquito con arena, y recordá todos los días el olor a verano).

17. Respira el olor a mar. Sentí el sol en la piel. Mirá las olas ir y venir. Sentí el gusto a sal. En la playa todos los sentidos entran en juego.

18. Playa sin deporte no es playa: unite a un juego de vóley, a un picadito playero, salí a caminar, jugá al frisbee, al tejo.

19. Construí castillos de arena, no importa si ya hace rato pasaste la infancia y no tenés una palita al alcance. Las manos sobran.

20. Podés sacudir la arena de tu cuerpo, tu malla y tus sandalias, pero una vez que pisaste la playa… nunca la sacás de tu alma.

EN LA CIMA DEL MUNDO

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ivan vallejo himalaya

Iván en el Himalaya.

Hay personas cuyas vidas parecen tan distantes a las nuestras, que creemos imposible poder conversar con ellos de a par a par, personajes cuyas profesiones y estilos de vida pareciera que sólo podríamos ver en la tele o leer en una revista. Eso fue lo que me sucedió con Iván Vallejos, un montañista ecuatoriano de 54 años reconocido por ser el primero en su país en alcanzar la cumbre del Everest sin oxígeno suplementario, y por ser la séptima persona en el mundo en haber hecho los catorce ochomiles.

El contacto de Iván lo conseguí de casualidad, y quedamos en encontrarnos un martes a la tarde en medio de su apretada agenda. Él estaba a días de irse a un nuevo viaje: el domingo salía a China con cuatro jóvenes para intentar subir el Kyzyl Asker, una montaña cuya particularidad es que sólo dos veces han llegado a su cumbre. Lo vi llegar como menos lo esperaba: con pantalones rosa viejo, camisa blanca al cuerpo, zapatos color caqui, peinado cuidado y un collar plateado con un dije de aguamarina. Parecía el look de un actor más que el de un montañista (y verlo bajar de un helicóptero, con el traje de montaña gigante, las antiparras y la barba llena de nieve quedó en mi imaginación).

Así más o menos esperaba verlo llegar =p Camino a la cumbre del Dhaulagiri en el 2008 .

Así más o menos esperaba verlo llegar =p Camino a la cumbre del Dhaulagiri en el 2008 .

Mientras hacíamos el pedido en la caja, hablábamos como padre e hija. A pesar de ser un personaje famoso, Iván tiene una sencillez y cercanía que me sorprendió. En vez de esperar que yo inicie con un cuestionario de preguntas sobre él, me inyectó una dosis de energía diciéndome que éste es apenas mi comienzo, proyectándome en viajes y proyectos en todo el mundo. Ese fue el puntapié para preguntarle por sus comienzos.

Iván considera que tiene mucha suerte haber descubierto desde niño su pasión por las montañas. Se recuerda a sí mismo con ocho años, una tarde de verano en su casa en Ambato, su ciudad natal, viendo por una ventana el Tungurahua, un volcán emblemático del Ecuador. Quedó petrificado y cautivado ante la belleza del volcán nevado. Las preguntas lo invadieron y recurrió a su madre, a quien le preguntó cómo se llaman las personas que suben montañas. La reacción de su madre, quien consiguió que un andinista, Efraín Viñán, hablara con Iván, fue clave para descubrir su amor por las montañas. Es por esto que Iván recalca el papel preponderante que tienen los padres en impulsar los sueños de sus hijos, “está en las manos del papá y de la mamá que les abran las alas”.

cuerdas fijas vertiente norte everest

Cuerdas fijas de las distintas temporadas en la vertiente norte del Everest.

Así como esa tarde se enamoró a primera vista de las montañas, a los doce años soñó por primera vez con estar en la cima de una. En la biblioteca, perdido en las estanterías, encontró un libro llamado “Las montañas”, que tenía un capítulo nombrado “El más alto de todos”, en referencia al ascenso al Everest. Tiene una memoria fotográfica de ese momento y de ese libro tan precisa, que no cabe duda de lo importante que fue: “En la página 162, ocupando toda la página en tamaño A4, está una foto en blanco y negro de  Tenzing [junto con Edmund Hillary, fue el primero en subir el Everest en 1953] enarbolando las banderas de la ONU, de la India, de Nepal y de Gran Bretaña. Esa foto me deja soñando e imaginando que habrá sentido Tenzing Norgay”.

Unos meses después, en la clase de Orientación vocacional, la profesora les pide que se dibujen representando su sueño más importante. Al final de la clase le entrega el dibujo: se había dibujado a él mismo, con los dos brazos levantados; en la mano izquierda sostenía el piolet y en la derecha la bandera de Ecuador; llevaba gorro de lana, barba, chaqueta, pantalón y botas gruesas. Al pie de ese dibujo había escrito: “Cuando yo sea grande, en la cumbre del Everest”. Para Iván esa es la parte más bella de la historia: “a los doce años soñé con estar en el Everest”. Como en una caída de dominó, un hecho lleva a otro. Unos meses después de haber hecho aquel dibujo, Iván subió su primera montaña en Ecuador, el Illiniza Norte, para luego seguir con el Rumiñahui, el Tungurahua y el Carihuirazo, hasta coronar el Chimborazo, de 6310 msnm.

ivan vallejo

Cuando terminó la secundaria, siguió Ingeniería Química, un título que él considera un error: “Es la parte oscura de mí, porque no me gustó, la tuve que sobrellevar con esfuerzo. La parte positiva es que con los recursos económicos que me dio la profesión, pude salir del país. Eso era lo único que me animaba y me sustentaba: ese trabajo me daba plata para hacer lo que me gustaba.” Así, escaló en Perú y en Bolivia, y en 1995 resurgió el sueño pendiente de conocer el Monte Everest, y hacia allá fue, sólo a conocerlo desde su base.

A su vuelta, se juntó con amigos para mostrarles las fotos, y en un tire y afloje se propusieron un objetivo: subir el Everest sin oxígeno. Luego de tres años de entrenamiento en diferentes montañas en Nepal y Pakistán, en 1999 ya estaba listo para poder subirlo. Hacer cumbre en la montaña más alta del mundo implica una inversión que pocos mortales pueden hacer de sus propios bolsillos: sólo el permiso para subir al Everest cuesta 10.000 USD. Consiguió promocionarse y reunir cuatro auspiciantes, pero seis semanas antes de ir al Everest, ocurrió el feriado bancario de 1999, el corralito ecuatoriano, y se quedó sin apoyo económico. ¿De dónde sacaba, en un país en crisis, 20 000 USD para subir una montaña? La angustia y la desmotivación lo invadieron por 24 horas: en un solo día estaba viendo frustrado su lucha de cuatro años de entrenamiento. Sin embargo, decidió que iba a seguir hasta el último esfuerzo. “¿Sabes qué es lindo de ese estado de la locura? Que crees que todo es posible.” Sabía que lo mínimo que necesitaba eran 14 000 USD, así que salió a pedir plata y logró juntar 4 000 USD. Aunque muy agradecido por lo recibido, esa plata no le alcanzaba, así que decidió ir a la radio para agradecer públicamente a la gente por el dinero reunido y por el apoyo recibido en los últimos años. En ese momento apareció Hernán Villalba, quien le prestó los 10 000 USD restantes, una especie de ángel de la guarda –según palabras de Iván- que le permitió cumplir su sueño.

Así, el 16 de abril llegó al campo base del Everest. Se sentó a contemplarlo y escribió en su diario: “Hoy aquí, a tus pies, reconociendo lo insignificante que soy, quiero hacerte un pedido: que me permitas estar en tu punto más alto y luego bajar con vida. La única e irrevocable condición: llegar a tu morada solamente con el aire de mis pulmones y la fuerza de mi corazón. Con mi ilusión y respeto, quedo ante tu voluntad y en tus manos.” Capaz ese acto de humildad fue el que le permitió convertirse en leyenda, y ser el primer ecuatoriano en llegar a la cima del Everest sin oxígeno, el 27 de mayo de 1999. Para hacerse una idea de la exigencia física que significa subir a la cima más alta del mundo sin mascarilla, hasta hoy en día sólo el 3.4 % de los que han tocado el techo del mundo lo hicieron con el aire de sus propios pulmones.

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En el Shisha Pangma , pared sur. En pleno corredor de los británicos

Iván transmite actitud positiva y confianza no sólo con el mismo, sino que lo proyecta hacia lo demás. Mientras me hablaba del momento en que estaba en los Himalayas frente al Everest, me dijo “cuando hagas en bicicleta Nepal me vas a contar”, refiriéndose a lo maravillado que volvió con la cordillera, la cultura del budismo, el hinduísmo, los sherpas. Sin siquiera que yo haya mencionado que me encantaría ir a Nepal, él ya me vio por allá. El día que llegue, le voy a escribir agradeciéndole por haberlo visto en la bola de cristal =)

Lograr esa cumbre lo hizo darse cuenta que era posible para él, que su conexión con la naturaleza era fuerte, y se planteó su siguiente meta: la cima del K2, el Harvard del montañismo. Es la segunda montaña más alta del mundo, pero notablemente más compleja que el Everest: a esta han subido cuatro mil montañistas, mientras que al K2 sólo lo han ascendido menos de trescientos montañistas. En el año 2000 la encaró, y logró un precedente único: llegó a la cima en el primer intento. Ese fue el click final para ponerse como objetivo escalar los catorce ochomiles, los techos del mundo.

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En la cara Sur del Shisha Pangma, saliendo del Corredor de los Británicos

En 2008 terminó con su desafío, cuando luego de dos intentos fallidos pudo finalmente hacer cumbre en el Dhaulagiri (parte occidental de la cordillera de Nepal), a 8 167 msnm. La primera, en el 2005, se quedó a 150 metros por peligro de avalancha. “Duele, pero la vida es así, no siempre se gana. Lo que cuenta es que hayas hecho tu mejor esfuerzo. Lloré de la frustración, pero  me bajé tranquilo porque de mí no faltó nada. A veces entramos en ese juego súper frívolo de ganar y perder; uno tiene que apostarle a ganar, pero no siempre pasa. Cuando no hayas ganado, tienes que saber que hiciste lo mejor que podías”.

Iván es un libro de lecciones; en cada parte de su historia sale a la luz una reflexión y un aprendizaje de su largo camino por el montañismo. Pero una de las cosas que más me gustó, fue escucharlo decir tantas veces, a lo largo de las casi dos horas que conversamos, lo agradecido que está con la vida, la suerte que tiene de hacer lo que le gusta. “Yo creo que la vida se opaca cuando dejas de hacer aquello que supiste hacer con ilusión. Para mí ésa es la clave de la vida: que te mantengas auténticamente ilusionado haciendo aquello que te hace feliz.”

Como parte de su agradecimiento por todo lo que recibió, Iván creó el proyecto “Somos Ecuador en las montañas del mundo”, con el cual entrena jóvenes ecuatorianos para escalar con ellos en diferentes países. “Esta vida es para devolver lo que te han dado”.

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Iván Vallejo de rojo, junto a los miembros de “Somos Ecuador” en el campamento de la vertiente norte del Everest.

En este momento Iván está en China con cuatro chicos, escalando el Kyzyl Asker, transmitiéndoles todo lo que sabe. Subir montañas es un desafío grande, pero implica los mismos factores que ir detrás de cualquier objetivo: creer en nuestros sueños, pero también trabajar en pos de ello y tener confianza en uno mismo. Al final y al cabo, no hay nada más lindo que llegar a casa feliz haciendo lo que a uno le hace feliz.

* Todas las fotos extraídas de Cultura de Montaña 

GRACIAS…¡ TOTALES!

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Simplemente eso:

gracias totales #5países5murales  proyecto social viajero

Por creer en Proyecto Calco, en mí, en nosotros, en este proyecto, en pensar positivo, en que pintar murales puede lograr algo, en que viajar es hermoso, en que una mente sana lleva a una vida sana, en que los proyectos sociales se pueden llevar bajo el brazo, en que ayudar puede tomar mil formas, en que aportar un granito de arena al mundo lo podemos hacer todos, en que somos lo que pensamos, en que… SE PUEDE =)

Gracias por creer que debemos agradecer a la vida, en sonreír todos los días, en soltar lo que nos tira abajo, en buscar lo que más queremos, en que hoy es todo lo que hay, en amar lo que hacemos (y hacer lo que amamos), en estar donde estás (¿sino dónde?), en confiar (en vos, en los otros, en el universo), en amigarse (con vos mismo sobre todo), en no poder pedir más nada (porque todo lo que tenemos en suficiente), en (dar y recibir) más amor, en saber que SÍ se puede (todo depende de vos), en que si no es hoy cuándo, en que debemos pensar menos y sentir más (a ver si de una vez por todas, el corazón le gana a la cabeza), en que las cosas buenas contagian, en salir más a la naturaleza, en sorprenderse (para nunca perder el niño interior). Porque esos son los mensajes que voy a estar repartiendo, las historias que quiero conocer, las frases que vamos a pintar, las motivaciones detrás de cada uno.

Porque no sólo llegamos al 100%, sino que logramos el 140%: queríamos juntar 595 USD y llegamos a la módica suma de… 835 USD (carita de felicidad felicidad felicidad y más felicidad). Esto quiere decir que no sólo vamos a pintar 5 murales sino que (redoble de tambores por favooor) podemos pintar casi tres murales más. Está buenísimo, ¿no? Así que más países de Sudamérica van a tener un huella de toda esta movida.

Esto recién empieza. El primer mural va a ser en Ecuador, país donde estoy ahora y que me tiene bastante atrapada. Ya tenemos dónde y todo. Después, seguiremos por más: Perú (en mi corto paso camino a Brasil, quiero pintar un mural en la selva), alguna de las Guyanas o Surinam, Brasil, Uruguay, Argentina, Paraguay, Chile (más o menos en ese orden). El viaje en bici dura mínimo dos años, así que va a haber proyecto para rato. Para viajar lento y conocer más. Para avanzar de a poco y no aburrirnos. Para desparramar más mensajes. Para conocer más gente. Para llegar un poquito más allá. Quién sabe en qué se puede transformar todo esto. 

* Si no tenés idea de qué es este post, leé este, donde cuento del proyecto #5países5murales.


APUNTES DE UNA PRINCIPIANTE

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[Si tarda en cargar, paciencia: el post va cargadísimo de fotos. Maticen con algo de música, como esto

Hace cinco meses que estoy escribiendo sobre la bici: las ganas de salir, el miedo a lo que me va a costar físicamente, la felicidad adelanta de estar en la ruta, la emoción del cambio, la angustia por la soledad, la paz de las noches en pueblos perdidos, la certeza de que mil cosas van a pasar. Hasta la dibujaba en mis cuadernos: caminitos punteados con la bici recorriendo ese sube y baja. El 20 de julio, terminando el cumple de O., hicimos dos cosas: escribir en un papelito todas las cosas que queríamos dejar atrás en este nueva etapa y quemarlo, y escribimos cómo nos veíamos de acá a un mes, a tres meses, a un año y a diez años: escribí “3 semanas de pedaleo, mejorando y disfrutando”. No me acuerdo con claridad todo lo que escribí, pero sé que lo principal está pasando: mis ganas de dar ese paso final al veganismo (soy vegetariana hace muchos años) y ser consciente de mí y de mi entorno, es cada vez más fuerte. Y esa proyección del viaje en bici también se cumplió: estoy recuperando estado físico y disfruto cada segundo de pedaleo (aunque me duela el poto después de algunas horas).

el peor enemigo es tu cabeza

Al final, siempre es así…

Hace semanas que estoy viviendo el viaje en bici por adelantado. Hace semanas que vengo, principalmente, con dos ideas: las ganas incontenibles de largarme por un lado, y el miedo incontrolable por el otro. Me daba miedo el cansancio físico, miedo a no aguantar, miedo al hartazgo, miedo a querer tirarlo todo, miedo a no creerme capaz, miedo a pensar quién m&#*%a me mandó a viajar en bicicleta (sí, nadie más que yo). Cuando me fui a Kenia, a mis 19 años, los primeros días estuve así: no era capaz de hilvanar una oración de corrido en inglés, y no podía sacarme la idea de la cabeza: ¿por qué me había creído capaz? ¿Por qué había sobrevalorado tanto mi nivel de inglés? ¿Quién carajo me había mandado del otro lado del charco, cuando hay tantos TANTOS países que hablan español? ¿Por qué me había hecho la corajuda? ¿Por qué no me tomo un avión de vuelta y me olvido de toda esta locura? Hace tres semanas, presentía que los primeros días de viaje iban a ser igual: que iba a putear a la bicicleta y al universo por haber logrado que una empresa me auspiciara, que me iba a putear a mí por creerme capaz de semejante locura, que iba a llorar por tener que arrastrar la bicicleta a todos lados y no poder ni conmigo misma del cansancio, que me a putear por empezar a viajar en bicicleta después de prácticamente un año sin ejercicio (salvo algún que otro trekking, alguna que otra cicleteada y muchas caminatas por las ciudades) en Ecuador en la sierra en la altura en hasta 4000 msnm.  Sólo a mí se me ocurría.

Pero también sabía que nadie me corría, que no estoy en una competencia y que no tengo que seguirle el ritmo a nadie. Lo bueno de viajar sola es eso: que mi lentitud me la banco yo y nadie más. Que si voy a 3 km/h en subida en plena montaña y a las 10km/h en plano, no tengo que pedirle perdón a nadie por mi lentitud. Que si tengo ganas de quedarme a hablar con el señor que camina por la banquina y con la señora que me llenó la botella con agua y con los señores que se sentaron al lado mío mientras almorzaba, no tengo que negociarlo con nadie al tiempo “perdido”.

Es raro: cada día que pasaba arriba de la bicicleta, mis mente fluía en forma de notas mentales, de pensamiento concretos, de frases tipo declaratoria. Ni yo misma sé qué pasa por mi cabeza durante tantas horas de pedal. De repente pregunto qué hora es a alguien, y ya pasaron 2 horas desde que salí o que pregunté por última vez. ¿Dos horas? ¿Tan rápido pasó? No sé dónde estuvo mi cabeza. Sí, en alguno de todos estos pensamientos…

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DÍA 1 | Tumbaco – algún lugar al sur de Quito (17 km)
Nota 1: Si en todo el viaje van a pasar cada tanto alguna dándome aliento así, me doy la vuelta al mundo.
Nota 2: A pesar del esfuerzo y de lo que me costó pedalear con tanto peso, estoy feliz. Me pone más feliz el recorrido que la distancia recorrida.
Nota 3: Preguntar dónde queda la casa cuando te inviten a dormir a su casa…
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mapa tumbaco latacunga

A falta de GPS, odómetro y mapas complejos…

acampar viaje en bici ecuador

La primera noche, en el patio de una urbanización.

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DIA 2 |Algún lugar al sur de Quito – Sangolquí (7 km)
Nota 4: Recordar que en subida la marcha más pesada NUNCA es la más adecuada (gajes…)
Nota 5: No necesito llevar comida como para una semana en un país donde hay kioscos y restaurantes por todos lados.
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El cementerio de autos, en el patio de tránsito, donde la policía me brindó alojamiento.

El cementerio de autos, en el patio de tránsito, donde la policía me brindó alojamiento.

DÍA 3 Sangolquí – Latacunga (80 km)
Nota 6:  Contrato un elfo para llevar sentadito atrás, y que me haga masajes cada noche. Las piernas es lo que menos me duele. Si me quiere cocinar no me quejo. Ofrezco transporte, alojamiento y comida. Si sabes de alguno, pasenle mi contacto.
Nota 7:  Necesito un barbijo, el smog de los autos y los camiones me está haciendo tragar más humo que si hubiera fumado por los últimos diez años…
Nota 8:  Señor camionero, ¿no me vio y a la vaca sí? ¿Por me pasó a 50 cm si tenía dos (¡dos!) carriles libres para correrse
Nota 9: Necesito un odómetro. ¿Alguien que me done/deje a buen precio/preste uno? Nunca tengo idea cuántos km hago ni a qué velocidad voy y por ende…
Nota 10:  tampoco nunca sé dónde estoy. Necesito un mapa o un GPS. Ayer de repente vi un cartel que decía “Machachi 5km” y yo pensé que me quedaba el triple.
Nota 11: Si en tres días ya tengo estos moretones, no quiero imaginarme lo que serán mis piernas a final de año…
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siembra panamericana ecuador

Sembrado al lado de la Panamericana.

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DÍA 4 Latacunga – Casa Quemada (30 km)
Nota 12: Lo bueno de que haya tantos camiones es que el vientito 1) te refresca y 2) te da un empujón.
Nota  13: No me matan las subidas, sino la altura: 2 km/h en altura y 5 km/h en plano debe ser mucho. Espero no quedarme con los pulmones en las manos.
Nota 14: Estoy segura que si un OVNI estaciona en el patio de sus casas, estarían menos sorprendidos que conmigo…
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leyenda casa quemada comunidad sierras ecuador

Después de que me pidieran que les leas la leyenda del cóndor enamorado en inglés, ella se puso a leerlo en español.

casa quemada comunidad sierras ecuador

nena casa quemada comunidad sierras ecuador
casa quemada comunidad sierras ecuador
llamas casa quemada comunidad sierras ecuador

Las llamas aparecieron, a la mañana siguiente, en la misma posición, siempre mirando al cielo.

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Las nenas, sentada sobre lo que iba a ser mi cama, en la casa donde me hospedaron en Casa Quemada.

casa quemada comunidad sierras ecuador

Rosa, preparando la cena, sentada sobre bolsas de papa.

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Dibujando en mi cuaderno.

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DÍA 5 Casa Quemada – Apahua (43 km)
Nota 15: SE PUEDE. Se puede llegar pedaleando a los 4 000 msnm aunque haga un año que no hacés nada.
Nota 16: Un día me voy a caer por colgarme viendo el paisaje.
Nota 17: Tengo un problema: no veo los semáforos. Sencillamente, no los veo.
Nota 18: Todavía no diferencio los bocinazos de “cuidado nena”, “fuerza piba”, y “correte que paso”
Nota 19: Preguntas frecuentes: ¿y vas solita? ¿A dónde vas? ¿Y no tiene miedo? (sí, me tratan de usted)
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El camino andado y subido.

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¿Los ven sembrado?

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Llegando a Zumbahua

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La casa de la familia en Apahua que me hospedó.

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Cuando llegué a Apahua, no pude más que pegarle esta calco. Si querés, SE PUEDE =)

atardecer sierras ecuador

El atardecer, desde la casa donde me hospedaron.

 

nenes sierras ecuador

Kevin, uno de los nenes de la familia, con el perro

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Kevin y Bertha

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Cada uno me anotó en mi cuaderno la frase en kiwcha y por qué la habían elegido.
“Pachamama: me gusta la naturaleza y la amo mucho” Bertha

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María Florinda anotó en mi cuaderno: Yupaychani kawsashkamanta (es lo que entiendo de lo que escribió, y me aclararon que ellos no hablan el kiwcha correcto). “Porque gracias a la vida experimento cosas y comparto momentos alegres con mi familia, amigos. Que gracias a la vida puedo vivir, sonreir, jugar, estudiar; si tengo vida comparto un momento muy agradable”.

confia proyecto calco

“Sakina: la confianza es muy buena, si tu confías en alguien puedes salir adelante con esfuerzo y logros”. Kevin

DÍA 6 Apahua – La Maná (53 km)
Nota 20: Si te encanta un pueblo en medio del camino, y encima encontrás gente buena onda que te habla, quedate.
Nota 21: Creo que cuando tenga 50 años recién voy a darme cuenta lo que estoy haciendo.
Nota 22: Le tengo más miedo a los perros (de que me muerdan) que a los camiones (de que me lleven por delante).
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Abajo, las ovejas y los campos de cultivo de la familia que me hospedó en Apahua.

Abajo, las ovejas y los campos de cultivo de la familia que me hospedó en Apahua.

bici ecuador
bajando a la costa ecuador
pueblos sierra costa ecuador
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pueblos sierra ecuador

El camino que me esperaba.

 

pueblos sierra machuca ecuador

Lo andado, después de salir de Machuca.

 

machuca ecuador

Hermosas las casas de madera… pero una noche de tormenta, juro que esas maderas deben crujir cual película de terror.

machuca ecuador

bici ecobike ecuador*
DÍA 7 La Maná – Pichincha (87 km)
Nota 23: A mí me pasa todo esto por no creer en Dios. ¿O es normal que la gente te bendiga en medio de la calle con una mano en tu frente, ore por vos afuera de un templo tomados de la mano, que te quiera regalar la biblia?
Nota 24: No soy gringa. #BastaPorFavor No me griten gringa, no me digan hello, no me llamen americana. Cómo sería si fuese rubia…
Nota 24: Me fui de la sierra y se les fue la timidez a los hombres: cada vez que le digo “hola” a un tipo que me cruzo en la ruta, es inevitable recibir de vuelta un piropo en un tono bastante poco agradable. Estoy considerando dejar de saludar…
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viaje en bici ecobike ecuador
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DÍA 8 Pichincha – Sosote (63 km)
Nota 25: El medidor de velocidad no me registra. O soy transparente, o o voy demasiado lento.
Nota 26: Pregunta irrespondible del viaje: ¿Y por qué no tenés novio? (enserio, ¿qué respuesta esperan?)
Nota 27: Mientras siga visitando a la policía con la única razón de buscar alojamiento, van mis mejores amigos viajeros.
Nota 28: Me tienen las pelotas hinchadas con lo de “allá en peligroso”. En serio, basta. No puede ser que cada vez que mencione que voy a la costa, me salten con eso. ¿No tienen nada bueno para decirme?
Nota 28bis: Y cuando a eso se suma lo de “el camino es duro”, “noo, es mucho para hacer en bici, es fuerte”, terminan de cansarme. Lo peor es de que viene: de tipos de 120 kg que se agitan si van a comprar el pan a la esquina (confesado por ellos mismos)
Nota 29: Ranking de nuevas preguntas/afirmaciones tontas frecuentes: “¿Y qué pasa si se te gastan las llantas?” (gente que se preocupa por pavadas… ¿y qué pasa si se te pincha la rueda de tu auto?) “¿Y tuviste novio ecuatoriano? ¿Y cómo así?” (ante mi “no” de respuesta: ¿acaso existen razones preestablecidas?) “Ahh, con razón hablás tan bien español” (mmmm sí, por la misma razón que vos hablás español: porque es el idioma de mi país) “¿Y no te cansás?” (¿Y vos qué creés?)
Nota 30: NO soy millonaria, NO me mantienen mis papás, NO recibí una herencia. Trabajo, aunque diferente, como todo el mundo.
Nota 31: Dormir en cuarto compartido (nueva noche en un UPC) me hace acordar a mi tiempo en Chile. Y a mi infancia.
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paisajes ecuador
arboles ecuador

Paisajes que, para mí, siguen siendo raros…

paisajes ruta ecuador

arrozales ecuador

Arrozales a la vera del camino.

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DÍA 9 Sosote – Manta (39 km)
Nota 31: QUÉ calor POR favor. Ens1: no me jodanerio. Ya lo sé, nada me viene bien. Si hay subidas porque hay subidas, si hace calor porque hace calor, si hace frío porque hace frío.
Nota 32: No me jodan: la sierra es montaña, y la costa, sierra.
Nota 33: Los ecuatorianos no saben: 1) medir distancias 2) no juzgarse (sobre todo en la riña sierra-costa) 3) respetar reglas (de tránsito, de convivencia, de cuidado al medio ambiente)
Nota 34: Me teletransporté a la sabana africana (con palmeras incluidas)
Nota 35: Después de tres días seguidos pedaleando, tengo el traste como un mandril
Nota 36: Odio bañarme con agua fría. Incluso en días de calor.
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manta puerto

Ahhh llegué al mar.

Y aunque hace meses que pienso en la bici, que escribo de la bici, que veo la ruta con “ojos de bici” (esa sensación de mirar cada subida, cada bajada, cada potencial espacio para acampar), hace sólo dos semanas que, recién, empecé a pedalear. Dos semanas de viaje y nueve días de pedaleo.  Todavía soy una principiante.

CÓMO VIAJAR CON POCA PLATA: CONSEJOS

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Cuando a veces cuento que mi presupuesto diario es de 5 USD (y de paso, va de respuesta para todos los que preguntan “¿cuánta plata necesito para viajar?”) la gente se asombra: no entienden cómo hago para viajar tanto con tan poco. Mientras ellos en su vida diaria ganan 3 o 4 veces (mínimo) más que yo y a veces sienten que no les alcanza el dinero, yo sigo dando vueltas con ese presupuesto (hace varias semanas, vengo gastando sólo 2 USD por día).

La cuestión es simple: viajar es mucho (pero mucho) más barato que vivir fijo. Pensá en todos esos gastos que no tenés: luz, gas, internet, el plan del celular, la cuota del gimnasio, el seguro del auto, arreglar el lavarropas que se rompió. Sólo por nombrar algunas.

En realidad, viajar es tan barato como vos quieras: si cada vez que te hablan de viajes te imaginás un hotel 5 estrellas todo incluido, tours a cada sitio turístico existente, buses VIP y comidas gourmet… y, capaz que así no sea barato, capaz que en 15 días gastes más que en seis meses en tu ciudad. He escuchado gente que me dice que si viaja, es para estar como en su casa o más cómodo: y sí, así viajar no es económico.

cartel capitales del mundo

Se puede viajar a tantos lugares…

Hay mil formas de viajar, tantas como personas. Viajar pueden ser unas vacaciones donde lo único que quieras hacer es tirarte en la playa y que por poco te den la comida en la boca, o un estilo de vida donde te preocupás por disfrutar lo que realmente no tiene precio: las cosas sencillas de la vida. De todas cosas, una cosa es segura: no hay que ser ricos para viajar. Repitamos todos juntos: “no hay que ser ricos para viajar”.

Al principio, cuando uno empieza a viajar, quiere verlo y hacerlo todo: todos los museos, todos los atractivos, ver cada punto del centro histórico, anotarse en cada must do que diga la guía. Con los meses y las repeticiones y las historias de viaje, uno se da cuenta que las mejores cosas, los mejores recuerdos, y las mejores experiencias no se pagan (y muchas veces, ni se planean): un atardecer, hacerte nuevos amigos, contar estrellas fugaces, sentir el ritmo de una ciudad, perderse, abrir tu carpa frente a un lago, sentir la libertad de la ruta, reirte a carcajadas con (casi) desconocidos, charlar con la señora del puesto de comida, sentir que los días no tienen número y que ya te perdiste de las estaciones. Y aprendés otra cosa: el mundo es más generoso del que lo pinta la tele (apagála y salí andáa ver todo lo que hay afuera): en cada viaje no dejo de sorprenderme de las cosas que pueden llegar sin que siquiera lo pida. Gente que ha colaborado con el proyecto de los murales, comida que me han dado sin siquiera conocerme, lugares donde me han dejado dormir simplemente por preguntar, gente que me ha levantado en la ruta. Como me dijo un rosarino que conocí en Vilcabamba, “estamos acostumbrados a que todo es por plata”: tenemos que animarnos a pedir si lo necesitamos, a ofrecer otras cosas a cambio (¿acaso tus horas de trabajo no valen?), a usar la empatía y a perder la timidez.

En todo viaje, hay puntos en lo que hay que pensar (pero no siempre gastar): alojamiento, transporte y comida. Estas son mis recomendaciones y mis experiencias (o lo que he escuchado o leído) para viajar barato. Y que la excusa del notengoplata desaparezca por siempre.

1) TRANSPORTE

Antes que nada: más lento viajes, más barato te va a resultar, más flexibilidad para adaptarte vas a tener y más opciones pueden aparecer. Si viajás sin tiempo, hasta te podés evitar un avión para cruzar el charco =)

Vuelos

avion cairo

Llegando a El Cairo

* Hacéte amigo de los buscadores: para mí los mejores son SkyscannereDreams o Kayak, porque además te compara precios con otros buscadores.

* Mirar la página del país de origen del vuelo o de origen de la aerolínea: me ha pasado que cuando volaba de Argentina a Chile con LAN, me resultaba más barato comprar el vuelo desde la página de LAN Chile que de LAN Argentina.

* Páginas como Yapta (yapta.com) sirven para chequear el precio del billete y saber cuándo es más barato.

*  Se puede viajar gratis con millas: hay muchas aerolíneas que te permiten acumular puntos por los vuelos, que luego podés canjearlos por vuelos.

* Aprovechar las compañías lowcost: en Sudamérica no existen, pero en Europa o Asia son moneda corriente empresas como RyanairWizz AirFinnairVuelingEasyJet, AirAsia. Tené en cuenta que a veces suele ser más barato que el bus o el tren (en Colombia, hice Pereira-Cartagena pagué lo mismo por el avión que si hubiera ido en bus, y me ahorré unas veinte horas).

* Hasta donde yo sé, no existe compañías lowcost intercontinentales, pero sí podés volar por tramos: si querés hacer Argentina – Tailandia, podés mirar un vuelo hasta Europa y de ahí un vuelo económico al Sudeste. Desde Europa suelen salir muy buenas ofertas a África y Asia.

* Los Round the World Ticket te permiten combinar diferentes tramos en un año y así dar la vuelta al mundo por un costo mucho menor que si compraras los pasajes por separado. Hay tres alianzas principales (un conjunto de aerolíneas) que lo hacen: Star Alliance, Oneworld y Skyteam, cada una con sus particularidades, programas y ventajas.

rtw-ticket

Si tenés ganas de hacer algo así…

* Evitá el exceso de equipaje (varía con cada compañía), y si volás con las lowcost, reducí al máximo para subir la mochila con vos y no pagás por despacharla (entre 8 y 10 kilos).

* Chequea aeropuertos secundarios, desde donde podés conseguir vuelos más económicos.

* Chequear rutas alternativas: los vuelos con escalas suelen ser más baratos (incluso con escalas prolongadas de algunos días o semanas), o incluso chequeando diferentes rutas y escalas.

* Viajá en temporada baja: en Navidad y Pascuas nunca vas a encontrar vuelos baratos…

* Se flexible y marcá esa opción en el buscador de vuelos siempre ayuda: con los horarios, con las fechas (es más barato viajar martes, miércoles o jueves que fines de semana), . Además, si lo comprás con anticipación, mejores precios vas a encontrar.

* A veces los mejores precios son en vuelos con pésimo horarios, tipo 5am. En ese caso, tomá el último transporte público del día y pasá la noche en el aeropuerto. Son tantos los que lo hacen que hasta se creó la web  Guide to Sleeping in Airports para que sepas cuáles son los mejores y peores aeropuertos, y dónde dormir en cada uno. En Bogotá pasé de 8pm a 8am en el aeropuerto antes de irme a Cuba: dormí, desayuné, hice skype con mis papás, leí sobre el nuevo destino. Vas a encontrar un lugar donde acomodarte.

* Suscribite al newsletter o hacete fan en Facebook de las aerolíneas o buscadores que uses, para enterarte de ofertas y promociones.

* Si sos argentino y te viajás con visa de trabjo y/o estudio al exterior, podés evitarte el recargo de 35% de la AFIP gracias al IOM (Organización Internacional de Migraciones, por sus siglas en inglés), una organización que cuida los beneficios de las personas que migran con fines de desarrollo. Tener en cuenta que se paga de contacto y sólo dan el pasaje de ida (y después el de vuelta). En esta página pueden encontrar los contactos.

* ¿Sólo te importa viajar barato, sin importar dónde? En SkyScanner por ejemplo, te tiran una lista de los vuelos más baratos desde el aeropuerto que quieras.

De un lugar a otro

* Viajá a dedo: ahhhh qué lindo Será algo que extrañaré de viajar en bici. Para mí es mucho más que ahorrar plata, es la elección de ver qué pasa, de dejar que el otro decida, de no saber a quién conoceré, de prepararme a conocer gente nueva, de entregarme al destino. Yo salgo a la ruta, sonrisa en la cara (y hacíamos bailecitos cuando estábamos con Joa  y en 10 minutos no nos levantaban, o cantábamos canciones con Flor como llamado a los camiones) y ahí veo: en general, no espero más de 15 minutos. Aunque nunca la usé (yo tengo la teoría de salir a la ruta y ver qué pasa, ni siquiera me gusta parar en las estaciones de servicio a preguntarle a la gente), en la Hitchwiki hay info sobre puntos de partida, recomendaciones generales, datos sobre lugares específicos, etc. De todas formas, Juan de Acróbatas del Camino es el experto: se recorrió más de 60 países así (incluso los que menos te imaginás, como Afganistán o Irán).

viajar a dedo camión

Aunque la puerta del camión diga esto…

viajar a dedo perú nazca

te van a subir =)

* Compartí el auto: es como la versión de viajar a dedo moderna. En todo el mundo funciona Shareling y CarpoolWorld, en Argentina Carpoolear y Vayamos Juntos, en Chile Carpooling, en España BlaBlaCar y Amovens, mientras que en toda Europa está CarpoolingFreewhelers y RoadSharing; en Canadá Carpool y en Nueva Zelanda Let’s Carpool. En todos estos sitios los conductores ofrecen los lugares libres en su auto para un viaje, para compartir el trayecto y los gastos (y muchas conversaciones seguramente).

Hitchhikers es una web tipo “dedo online”, ya que no tenés que no se dividen los gastos de combustible. Capaz funciona mejor si sos flexible con fechas y lugares.

* Hay lugares donde podés negociar el precio del pasaje del bus con el chofer o con el que te cobra el ticket. Preguntá a los locales cómo es.

bus zumbahua ecuador

Viajando en bus entre comunidades.

* Andá al terminal a averiguar o chequeá por internet los precios de los buses. Nunca los compres en el hostel, ya que ellos cobran comisión.

* Averiguá cómo funciona el tema “buses” en el país: hay países como Bolivia donde mientras más sobre la fecha los compres, más baratos son los pasajes; en otros como Chile, mientras más anticipación, más barato. En Argentina, los precios son fijos.

* En Europa por ejemplo, te conviene comprar un pase de trenes (el Eurail Pass) en lugar de tickets separados. Averiguá de todas formas qué conviene más: si el bus, el tren, o dependiendo de los horarios cambia el precio.

* Hay países donde el sistema de taxi-colectivo es un poquito más caro que el bus pero más rápido, y sale en cuanto se llena. En Cuba por ejemplo, los taxi-colectivo son más baratos que los buses (de turistas, que son como 30 veces más caros que los buses para locales).

* Webs como GoEuro  pueden ayudarte a buscar la mejor forma de viajar, combinando trenes, vuelos y buses.

* Si viajás en tu propio vehículo tenés gastos fijos (combustible, peajes, mantenimiento), pero también la ventaja de ahorrarte el alojamiento siempre.

* En Estados Unidos hay empresas que buscan personas que puedan devolver autos de alquiler a su lugar de origen. Te pagan el seguro y el combustible, y a si querés, el viaje de vuelta. Algunas webs donde podés chequear son LivinthedreamrvcourierCruise AméricaAuto Driveaway.

* ¿Sabías que se puede hacer “barco-stop”? Podés ir a hablar con los capitanes de los barcos y ofrecerles trabajo (como cocinero, limpiador, tripulante si sabés) a cambio del viaje. En páginas como Findacrew.net ,  crewseekers.net ,  crewfile.com podés crearte tu perfil para buscar desde veleros hasta cruceros que estén buscando gente que trabaje en el viaje a cambio de su pasaje.

En un mismo lugar

* Caminá: tu velocidad, tu recorrido, tus pasos, tu ritmo. Podés frenar donde quieras, sacar fotos donde quieras, perderte donde quieras.

* Alquilá una bicicleta: hay ciudades que son ideales para pedalear, que tiene alrededor increíbles para hacerlo en bici (como me pasó en Atacama) o ciudades donde la movida cletera en muy fuerte y hay grupos que organizan cicletadas semanales, quincenales o mensuales (en Santiago yo organizaba todos los lunes a medianoche pedaleadas de dos horas – sí, volvíamos a las 2am, felices y listos para dormir). En muchos lugares es carísimo (en Lima creo que salía como 20 soles un par de horas), pero en otros en más barato (cuando estuve en Cuba, en Trinidad alquilé una bici por 3 CUC para todo el día). En esta sección de la Wikipedia hay programas y ciudades.

ciclovias santiago chile

Y después, buscá las ciclovías disponibles en la ciudad. Acá, las de Santiago de Chile.

* En Europa por ejemplo, tener una tarjeta de transporte público te va a ahorrar mucho dinero: hay “combos” de 10, 30 viajes, o por un mes, un trimestre, etc. En Argentina, en algunas ciudades pagar el boleto con la tarjeta te ahorra hasta un 50% del precio (y tener en cuenta que hay lugares donde la tarjeta es la única forma para pagar).

* Usá los buses urbanos como “city tour local”: subite a uno de forma rándom y dejáte llevar por la ciudad.

* Yo no uso el taxi a menos que esté muy apurada o que sea extremadamente barato (en Sucre, Bolivia, sale 0,50 USD por cualquier tramo, y era más cómodo subir las mochilas ahí y no en un bus donde apenas quedo yo). Tené en cuenta que hay países donde los taxistas te van a decir que “ya no salen más buses”, que “del aeropuerto a la ciudad no hay transporte público” sólo para que vayas con ellos. Averiguá de antemano o preguntale a un local que esté cerca.

* Si necesitás tomar taxi porque no te queda otra, fijate si hay alguien con quien puedas compartir el viaje. Cuando llegué al aeropuerto de Calama, Chile, le pregunté a unas señoras si podía ir con ellas hasta el centro y no tuvieron ningún problema.

* Hay muchos países donde no se usa taxímetro: preguntále a un local cuánto te tendrían que cobrar, o directamente pedile que pregunte y negocie el precio con vos (sí, en muchos lados se puede regatear)

* Averiguá todas las opciones de transporte público: buses, combis, taxi-colectivos, trole, metro.

* Si tenés un smartphone, descargate alguna app de transporte público para poder guiarte (y algún mapa de la ciudad para ver que un taxi no te pasee, seguro debe haber).

2) ALOJAMIENTO

Debe ser uno de los puntos con más opciones: las opciones gratuitas (donde, en realidad, el intercambio pasa por otro lado) para mí son ya una elección. Viajar a dedo y hacer CouchSurfing son los mismo, los elijos y lo defiendo más allá de toda cuestión monetaria: son un estilo de viaje.

Pago

* Los hostels fueron la solución que encontró un maestro alemán a principios de 1900 para que los jóvenes pudieran viajar fácilmente y, por ende, son la opción más económica en el sector hotelero. Además, el ambiente ni se compara a un hotel: el ambiente es mucho más joven y amistoso, un lugar donde encontrás gente de todos lados y con los cuales podés compartir unos cuántos días… o una buena parte del viaje.

* El dorm (cuarto compartido) es la opción más económica en un hostel. Son habitaciones de cuatro a diez camas, donde sólo pagas por la tuya. El baño también es compartido (en general, por fuera de la pieza). Las habitaciones pueden ser mixtas o estar separadas por sexo. Llevá candado para tu mochila, y un antifaz para los ojos si te despertás ante la más mínima luz.

hostel huaraz peru

* También hay buscadores de alojamiento, que te permite darte una idea de los costos, saber cuáles son los más baratos (y no tener que caminar por horas en la ciudad buscando la mejor opción). Hostelbookers y Hostelworld son dos buenas opciones, y a veces hasta tienen más barato el precio que si llegás al hostel mismo. Vale lo mismo para los blogs de viaje, donde muchas veces se recomiendan hostels.

* En las capitales o en las grandes ciudades turísticas suele haber una “zona de hostels barato”. Preguntá dónde está y andá allá. Siempre pedí que te muestren la pieza y el lugar antes de decir que sí.

* Los artesanos, músicos y malabaristas suelen tener la posta sobre cuál es el hostel más barato del lugar. Si todo te parece caro, andá directo a ellos (funciona).

* En los lugares muy turísticos, los hostels suelen tener extras para atraer a los viajeros: clases de baile, “noche de tequila”, bicis gratis, servicio de lavandería barato y puerta a puerta. Preguntá. En Atacama, el hostel donde dormí no sólo era el más barato del lugar, sino que el alquiler de la bici también (y me dejaron dividir mis 24 hs de la bici en dos)

* En los lugares donde hasta los hostels son caros y querés quedarte varios días, podés arrendar casas o departamentos a través de Airbnb.

* Hacé cálculos: puede que el hostel sea más barato, pero si después tenés que moverte a todos lados en transporte público (en vez de a pie) capaz que ni te convenga. Si por ahorrarte 2USD en alojamiento, terminás pagando 5 en transporte… pensálo.

* Chequeá cuándo es temporada baja en ese destino: puede que vayas en abril creyendo que es temporada bajísima y te toquen precios por las nubes por ¡oh, casualidad! Caíste en temporada alta.

No pago

* Las redes de hospitalidad funcionan -un poco más, un poco menos- en todos lados: CouchSurfing, HospitalityClubFriendship ForceWarmShower (sólo para ciclistas) conectan viajeros con gente que quiere hospedar (o juntarse a tomar un café) a viajeros.

couchsurfing paracas

La habitación que nos dio nuestro couch en Paracas, Perú, en una casa frente al mar.

* Una opción si querés quedarte un tiempo prolongado en alguna ciudad, es trabajar a cambio de alojamiento: como conté en el post de voluntariado, a cambio de unas horas de tu tiempo podés conseguir alojamiento (y muchas veces comida). También podés plantearlo en el hostel donde te estés quedando.

voluntariado mompiche

La vista desde la cocina de la casa donde estaba de voluntaria.

* Hay un sitio que reúne todo lo anterior: Staydu propone a los host ofrecer alojamiento a cambio de trabajo, plata o gratis. 

* Una opción parecida a la anterior, es cuidar casas (y sus patios y sus animales muchas veces) mientras sus dueños no están: entrá a HouseSitting, Mind My HouseHouse CarersLuxury House Sittinghousecarers, y trustedhousesitters.

* Intercambia tu casa con la de otra familia, a través de páginas como HomeExchangeKnok o IntercambioCasas.

* A veces llegás a un pueblito moribundo, o quedás varado en un lugar haciendo dedo o simplemente te largás sin saber dónde vas a pasar la noche: los policías, bomberos, colegios, municipios e iglesias te pueden acoger. Cuando hice el viaje en bici por el sur de Chile paré una noche que nos agarró una lluvia torrencial en un cuartel de bomberos (donde hasta nos dieron una caja llena de leña para la chimenea) y en Torotoro, un pueblito diminuto de Bolivia, pedimos un espacio en la iglesia y nos dieron el patio de la casa de profesores (con duchas con agua caliente, y la última noche nos hicieron ir a dormir adentro a las camas).

alojamiento saraguro

Incluso si le preguntás a la gente, de pueden dar un lugar.

* Si viajás en bus o en tren, aprovechá a viajar de noche para ahorrarte esa noche (o si llegás tarde, dormí en la estación) (ojo que en Bolivia suelen estar cerradas por la noche). Viajando a dedo por Perú, la noche nos agarraba en el camino y dormíamos arriba del camión: si viajás sola como mujer, aseguráte de sentirte cómoda.

* Aunque no lo creas, muchas veces la gente te invita: estás en A con planes de ir B y conocés una persona de ahí que te dice que cuando vayas le avises, viajás a dedo y llegás de noche a la ciudad así que la persona te invita a que te quedes en su casa (o como me pasó cuando mi hermano vino a visitarme: el señor iba a su granja, mi hermano lo ayudó a cargar y descargar gallinas, nos invitó a cenar, dormimos en la granja y a la mañana siguiente nos dejó en la ruta para que sigamos viaje).

* Hacé camping, no sólo cuando estás haciendo trekking es una posibilidad: es bueno llevarla viajando a dedo, puede ayudarte a pedir un lugar si llegás a un lugar con pocas opciones o pueblos pequeños, es mejor pedir un “lugar para acampar” en una casa que “un lugar para dormir (aunque capaz te inviten a dormir adentro). Por ejemplo, cuando estuve en la misiones jesuitas en Bolivia, la primera vez que estuve en San José de Chiquitos acampé en un parque al que nos mandaron desde Turismo. (y si tenés que pagar por el camping, siempre va a ser más barato que un hostel).

3) COMIDA

Cuando uno reduce el alojamiento y el transporte a cero (haciendo CouchSurfing y viajando a dedo, por ejemplo), queda sólo otro punto: la comida. Algo de lo que debemos ocuparnos unas tres o cuatro veces al día y que, en un viaje largo, está bueno (y es necesario) que sea más que sólo pan y fideos (sobre todo, por el bien de tu salud). Enserio: se puede comer rico, variado y sano gastando poco.

* En los puestos callejeros se suele comer rico y barato: no por nada siempre están rodeados de locales. En muchos países de Latinomérica se puede conseguir algo por 1 USD o menos (según el país, arepas, choclo, plátano asado, cevichocho, papas y habas, empanadas, sopaipillas, hamburguesas de soya, etc). En Europa comía en puestos chinos por 2 euros, y en Asia escucho a todos los viajeros que fueron que por 1 USD se come en cualquier lado.

comer en la calle ecuador

Por 0,5 USD te llevás un paquetito con mango…

* En muchos países el menú es la opción popular y más barata: por entre 1,5 y 5 USD te dan entrada (sopa, ensalada u otro), plato principal, postre y bebida (o uno de los dos). Además, podés pedir que te den sólo la entrada o sólo el plato principal, y te cobran acorde (en Bolivia he pedido sólo la sopa o la ensalada -soy vegetariana, y era lo único sin carne-, y en Perú en alguna parada a almorzar con los camioneros, pedía que me sirvan sólo arroz y menestra -legumbres: porotos, lentejas, etc-)

* Mirá a tu alrededor: a veces los menú son tan grandes, que hasta se pueden compartir (sobre todo los argentinos, que no estamos acostumbrados a entrada, plato principal y postre en cada comida, y en Sudamérica, por ejemplo, son gigantes las porciones).

* En lugares donde comer afuera suele ser caro, los supermercados y mercados son la salvación: yo compraba las ensaladas en bolsita y panes con semillas, mi chocolate de postre y listo, almuerzo hecho. También podés cocinarte en el hostel o de tu couch, y llevarte la comida en un tupper (y a la noche, cenar ahí).

mercado riobamba ecuador

Con toda esto… ¿enserio vas a vivir a arroz?

* Como con el alojamiento, si querés quedarte por un período más largo en algún lugar, podés trabajar a cambio de comida (de hecho, muchos voluntariados ofrecen ambos beneficios a cambio de tus horas de dedicación). Acordate que en esta guía tenés un montón de links donde chequear organizaciones que hacen intercambios en todo el mundo

* Hay ciertas religiones que ofrecen comida gratis: en Asia pasa en algunos templos ciertos días de la semana, y en Sudamérica me encontré con que los Hare Krishna lo hacen los días en que compartían su filosofía con quien quiera escuchar.

* Preguntá a los locales: ellos saben donde se come rico y barato. Es como dice mi papá cuando vamos por la ruta y buscamos donde comer: si está lleno de camiones, es porque se come bien.

pan cuenca ecuador

Si hay tanta gente…. no es por nada.

* Pedí referencias: sobre todo cuando llego al país, preguntó a otra persona que veo que ya salió del puesto cuánto cuesta el plato, para que por las dudas no me quieran cobrar más por ser evidentamente extranjera (aunque no lo creamos antes, incluso es Sudámerica los argentinos somos vistos mucha veces como gringos: a mí más de una vez me han dicho rubia -y gracias si yo creía que mi pelo era castño claro-)

* Aprovechá las sobras: a veces las porciones son grandes, y podés pedir que te empaquen las sobras para llevar (el otro día me invitaron a almorzar a una restó súper lindo, y la señora… pidió que le envasaran 6 fideos locos) y comer a la noche.

menu ecuador

Los menú así de grade, cuestan sólo 2,5 USD en Ecuador.

* Yo siempre (con la única excepción de que ni los locales la consuman) tomo agua de la canillaTené en cuenta la resistencia de tu cuerpo también: cuando estuve en Egipto tomé agua del grifo los 20 días y no me pasó nada, mientras que un colombiano que conocí se agarró una indigestión de estómago mientras tomábamos la misma agua. Como diría mi papá, atenti cucarachi.

* Una opción es hacer dumspter diving (recolección urbana): recolectar lo que otros desechan: frutas maduras, productos a punto de vencer, el pan que sobra al final del día, et. No se relaciona con la falta de recursos, sino con el hecho de no contribuir al consumismo y el desperdicio excesivo de productos. Para muchos, es un estilo de vida, que hasta tiene nombre propio: freegans, y en esta página hasta podés encontrar una guía paso a paso sobre cómo hacer dumspter diving. Yo no lo he hecho propiamente, pero sí varias veces cuando voy a la verdulería o al mercado y veo que tienen en tachos limpios paltas o bananas muy maduras (o apenas con la piel levantada), les pregunto si las van a vender y (cuando me dicen que no) y si me las puedo llevar. Todos felices =)

comida viajar barato

No es dumpster diving, pero es lo que nos dieron a cambio en la charlas que hicimos por La Trueca. ¿Comida o no? =)

* Si te animás, podés preguntar en los restaurante locales si les ha sobrado algo del almuerzo que puedan darte. Conozco personas que lo hacen y así se ahorran varios almuerzos.

4) OTROS GASTOS

* No cambies dinero en el aeropuerto; suele ser más caro (y si te es sumamente necesario, cambiá lo menos posible). Yo trato de llegar al país con algunas monedas del país (podés cambiarle a algún viajero que esté llegando de ese lugar y le haya sobrado).

* Para el acceso a Internet, todos los hostels tienen wifi gratuito (y no muchos grandes hoteles, que te lo cobran aparte), además de lugares como shoppings, plazas y parques públicos (en algunos países: Ecuador por ejemplo), shoppings, bibliotecas, cafeterías y locales de comida rápida suelen tener wifi gratuito.

* Los free walking tour son caminatas guiadas por la ciudad, en las que se deja una propina al guía al final del recorrido, que suelen funcionar mucho en Europa (podés encontrar los flyers en un hostel o en un centro de información turística, suelen salir todos los días a la misma hora). También podés pedirle a tu couch u a otra persona de couch que te acompañe y te cuente sobre la ciudad. Nada mejor que recorrer el lugar de la mano de un local para conocer detalles e historias que pasarías por alto.

* Olvidate de los souvenirs: si empezás a comprar un imán acá y un pin allá y un templo típico ahí y un nosequé por acá, cuando menos te des cuenta vas a estar lleno de regalos cargados durante meses en la mochila.

amuletos de la suerte bolivia

A lo mejor una asíii de chiquitito nomás… (y sólo porque es un amuleto de Bolivia)

* En Woices la gente sube audioguías gratuitas de las ciudades que van visitando.

* Averiguá los días en que los museos tienen entrada gratis, ya que incluso el Louvre da esta opción.

* Llevá tu tarjeta de estudiante (la ISIC es la que suelen reconocer, aunque debo confesar que he pasado en muchos lados con una tarjeta de asistencia magnética que me dio mi universidad hace 8 años…) para obtener descuentos en entradas a museos, excursiones y parques nacionales.

* Hay ciudades donde pagar una tarjeta de turismo te puede resultar más barato que pagar cada museo o parque por separado. Averiguá en la oficina de turismo, en tu hostel o con tu couch.

* Si tenés un teléfono que puedas desbloquear, hacélo: los SIM locales son baratos (por entre 1,5 y 5 USD y con esa carga inicial de crédito) y podés mantenerte comunicado con tu couch y personas que conozcas en el camino. Usar el roaming es MUY caro. También podés seguir usando el whatsapp con tu número. Además, para hablar con tu familia usá Skype: gratis y hasta los ves =)

* Tampoco te desesperes por conocer todo: cuando ya llevás varios meses de viaje acumulados, una iglesia más, un museo más, un mirador más o un parque más dan lo mismo. Podés encontrar mucha más autenticidad e historias dejándote llevar por la ciudad, compartiendo con tu couch y hablando con la señora que te sirve el almuerzo en el mercado.

* Si te gustan las actividades culturales como a mí, chequeá en la página de la casa de la Cultura, pedí el programa cultural en la Oficina de Turismo o preguntale a la gente en CouchSurfing. En las ciudades grandes suelen haber ciclos de cine, obras de teatro, festivales de música y hasta talleres gratis (en Santiago de Chile y en Quito hice todas esas cosas: cine, teatro, conciertos y clases de tango).

capilla del hombre guayasamin

La Capilla del Hombre (la casa-museo de Guayasamín), en Quito, es gratis los domingos.

* En muchas ciudades existen las Gratiferias, donde la gente ofrece cosas que ya no usas o conocimientos a cambio de… nada =) Si estás necesitando algo, buscá en Facebook si están en alguna ciudad a la que te dirigís, lo mismo que si estás queriendo liberar peso y no sabés qué hacer con tus cosas.

* Para lavar ropa, salvo que tenga la suerte de llegar a una casa donde me ofrezcan meter cosas en el lavarropa (y aprovecho a lavar calza, buzo y campera), lavo a mano: tengo un jabón en barra y un cepillito (para la alpargatas o el impermeable).

lavar ropa viajando

Y después, todo a la soga (o donde se pueda).

* Respecto al seguro médico, yo no tengo. También sé que mi salud es bastante fuerte (lo cual es un punto a favor) pero eso ya es algo personal. En Europa es obligatorio presentar seguro médico al momento de la entrada, pero por ejemplo en Ecuador la medicina es gratuita (hasta te haces análisis y te das patillas gratis), incluso para los extranjeros. Mejor saber dónde vas y qué tal la salud de ese lugar (Holaaa, ¡¿algún sponsor ahí que quiera colaborar!? =p)

* Si tu plan es viajar por mucho tiempo (o sin plan concreta de vuelta), lo mejor es trabajar en el camino. Hay mil opciones, y todo depende de tus ganas, tus capacidades y tus gustos (tengo un post pendiente de esto), pero es buenísimo poder trabajar y seguir viajando, sin que la plata sea tu limitando de vuelta. Hay muchísimas opciones, en este post conté muchas formas para hacer voluntariado, (y ya publicará uno sobre opciones para trabajar y viajar).

trabajar viajando

Yo llevo mi trabajo a cualquier lado (a veces, con un gato al lado).

* Viajá lento: no sólo es más barato, sino que muchas más oportunidades van a aparecer. Mientras más despacio vas, más gente conocés, menos gastos en transportes rápidos o alojamientos de último momento necesitás, más posibilidades de trabajar en el camino tenés, y más te adaptás a lo que surge. Yo los defiendo a muerte: en este último año y casi tres meses estuve sólo en Bolivia, Perú y Ecuador, un recorrido que muchas veces se hace en tres meses (con Colombia incluido). No te digo que viajes a mi lentísima “velocidad”, pero sí que los viajes lentos tienen su encanto. Para mí, todo el encanto del mundo. Desde viajar es mi forma de vida, aprendí que no necesito moverme y moverme constantemente, sino disfrutar cada lugar como si fuese mi hogar.

* Estate atento: entrá a foros, leé blogs de viajes, unite a grupos de viajeros en Face, hablá con la gente. A veces las mejores oportunidades y consejos surjen del contacto con la gente.

* Tu viaje, tu estilo: vos sos vos, yo soy yo, él es el. Cada uno viaja como le gusta, como quiere y como puede =) Si un día tenés ganas de “no hacer nada” y sólo sentarse a ver la gente pasar, está bien. Si te encanta ir a todo los museos, también está bien. Si sólo viajas buscando olas o paredes de escala, genial igual. Si querés ir de granja en granja, buenísimo. Tenés tantas combinaciones posibles de viajes como tengas ganas, sólo queda salir a descubrirlas.

travel is the only thing you buy that makes you richer

Viajar es lo único que se compra y te hace más rico: y por suerte, comprarla puede ser MUY barato =)

Y acordáte de una cosa: viaja el que quiere. Las excusas (en general) las creamos nosotros mismos. Conocí gente que viaja con sus hijos (y a veces uno en camino), en silla de ruedas, caminando, a pesar de que le hayan robado varias veces, aunque tengan 14 años, que han salido con 30 USD en el bolsillo. De esta forma viaja el que tiene ganas de rebuscársela en el camino, y para el que el viaje es un foco: yo no gasto en ropa que no es necesaria (y mi familia se me ríe porque tengo la camperita gris que me acompaña hace 8 años), ni en comida caras (porque además me encanta cocinar), ni mi sueño es comprarme un auto. Mi tiempo y mi dinero lo enfoco en viajar y así, siempre se encuentra la forma.

* Post relacionados >> Cómo organizar un viaje

A CANOA EN ULTRALIVIANO

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Esto sí que fue épico, lo juro. El fin de semana me tomé unas vacaciones del –recién iniciado- viaje en bicicleta y volví a hacer dedo. Estaba en Manta e iba a Canoa para reencontrarme, después de un año y medio, con José, uno de mis mejores amigos chilenos.

Quería llegar el sábado antes del mediodía, pero me desperté tarde. A las diez y media estaba parada frente al mar, con el pulgar esperando. Todos me miraban con cara rara, pero nadie frenaba. Paró un taxi, al que enseguida le dije que no, gracias, y me dijo que ahí nadie me iba a levantar. Paró uno y otro taxi más, pero yo sabía que alguien iba a frenar. Y sí, frenó alguien: el mismo primer taxista, que me dijo que me llevaba hasta las afueras de la ciudad, que no me preocupe por la plata. Fue evidente el cambio: enseguida frenaron no uno, sino dos vehículos. Como me habían dicho que para llegar a Canoa iba a tener que hacer tres combinaciones (porque es una ruta en zig-zag y poca gente va directo allá), decidí preguntar para ver quién me dejaba más cerca. Pregunté primero a los señores de la camioneta: ellos también iban a Canoa. Me subí, les agradecí con un gesto al otro auto y nos pusimos a conversar.

hangar ultraliviano

volando sobre bahía de caraquez

sobrevolando manabi

Charlamos de todo un poco: las típicas de dónde sos, qué hacés, cuánto hace que estás en Ecuador, no tenés miedo, tu familia qué opina, tenés marido (porque en Ecuador, a mis veinticinco años te preguntan si tenés marido, no novio), pensás establecerte, y después de acá a dónde vas. Preguntas que escuché incontables veces, y que siempre respondo igual. Preguntas sobre las que trato de no pensar mucho.

Entre tantas preguntas, Francisco, el que conducía, me dice: “Antes tenemos que parar en San Vicente a buscar el ultraliviano del tipo este para el que trabajamos (un político, que además es el hermano de un ex-presidente del Ecuador…) para llevarlo a Canoa. ¿Querés volar? ¿Te animás?” Automáticamente se me abrieron los ojos, la sonrisa me abarcó toda la cara y ya sentía el vértigo en el estómago. Por un momento no entendí si me lo estaba preguntado a mí o a Dorian, el acompañante. ¿Enserio me estaba ofreciendo volar en ultraliviano? A mí, que me encanta volar, que mi papá me llevó en planeador cuando tenía 11 años, que un verano estuve a punto de hacer un curso de paracaidismo, que un domingo hace varios años volé en algo parecido a ultraliviano que aunque no recuerde el nombre sí recuerdo la sensación.

bahia de caraquez

Bahía de Caraquéz, desde el aire.

el mar y un auto

¿Ven el auto…?

En San Vicente entramos en el hangar, inflamos la rueda que estaba baja, pusimos un parabrisas mejor y nos subimos. En la pista, después del “UIOFOR507 pidiendo autorización para el despegue” yo ya me sentía como en un sueño. No podía creer que una hora atrás estaba haciendo dedo para llegar a Canoa y ahora estaba a punto de volar. Otra anécdota más para las historias viajando a dedo.

canoa en ultraliviano

Llegando a Canoa… ¡en ultraliviano!

pueblos costeros ecuador

canoa desde el aire

Y por fin… ¡Canoa!

Después de la adrenalina del despegue (que no importa cuánto me guste estar en el aire, despegar siempre me da tanto miedo como el aterrizaje), todas esas preguntas rutinarias que surgen cuando conozco a alguien, volvieron a mi mente, y una respuesta apareció en mi cabeza: voy a dejar de viajar el día que hacerlo sea aburrido, el día que nada me maraville, el día en que anécdotas como éstas dejen de acumularse. Y dudo que ese día llegue.

PUNTOS SUSPENSIVOS

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Hay países y lugares y caminos y sabores y colores y personas y atractivos y temperaturas y paisajes y experiencias y aromas para todos los gustos. Hay adjetivos que van con unos y no con otros. Hay gente que viaja de fiesta en fiesta, otros que buscan olas, algunos van de museo en museo, muchos quieren ver paisajes nuevos, otros quieren lugares exóticos, algunos buscan sabores y aromas diferentes, hay quienes sólo quieren hablar con la gente, unos pocos buscan paredes para escalar, muchos van por rutas tradicionales, otros quieren caminos alternativos. Hoy en día, yo no sé qué busco cuando viajo. Antes quería ver paisajes nuevos, sentarme a comer y hablar con la gente local, conocer costumbres e historias del lugar. Hoy siento que me falta algo.

san mateo ecuador pueblo pesquero

San Mateo, y Manta a lo lejos.

manta costa ecuador

Salí de Manta rumbo sur, con la idea de recorrer la Ruta del Spondylus hasta Guayaquil. Llevaba una lista con algunos de los pueblos que iba a cruzar en el camino, algunas distancias garabateadas, algunos contactos hechos y la idea de cada lugar donde iba a parar. Sin embargo, tendría que haber sabido lo que iba a pasar: mi “plan”, como siempre me pasa (tengo amigos que se ríen especialmente de mi poca habilidad para atarme a mis planes), no funcionó por ninguna parte. La idea era hacer Día 1: Manta-San Lorenzo, Día 2: San Lorenzo-Puerto Cayo, Día 3: Puerto Cayo-Puerto López.

Ese día 1 salí tarde (y tuve que volver a buscar los guantes; no me olvido la cabeza porque la tengo pegada…), había más subida de la que pensaba y me dolía la panza, así que sólo llegué a San Mateo. Al día siguiente, pasé San Lorenzo de largo y llegué a Puerto Cayo. Al día 3 no pedalié: me gustó la playa del lugar y, aunque había viento y estaba nubladísimo, ya había decidido que quería quedarme.

cartel bosque humedo pacocha ecuador

Casi casi llegando a San Lorenzo

Casi casi llegando a San Lorenzo

san lorenzo ecuador

San Lorenzo, donde habia planeado quedarme…

En ese camino, empecé a sentir que, irracionalmente, viajar más lento se había convertido en un viaje más rápido. Mi problema es que me gusta crear lazos en cada lugar en el que paro, y como con la bici paro en muchos lados, en muchos pueblitos, en alguna casita del camino, en una comunidad por ahí, quisiera quedarme más tiempo en TODOS lados. ¿Y si hago un trueque, y las paradas largas las hago en pequeños pueblos y no en las grandes ciudades? ¿Y me quedo según lo sienta? ¿Y si le hago caso al “¿y cuándo vuelves?” y les pregunto si me puedo quedar? Así no me pasa como todas esas veces que me fui y me quedó algo picando y rebotando por dentro, con la sensación de tendría-que-haberme-quedado-un-poco-más. Me pasó cuando llegué a Latacunga, que me pegué a la compu y me quedé con ganas de ver alguna otra peli con Gabi. En Casa Quemada quería conocer el resto de la comunidad y ver qué necesitaban, para ayudarlos. En Apahua me faltó salir a cavar papas y cuidar ovejas con la abuela y las nenas. Llegué a La Maná sintiendo quéhagoacá. Cuando pasé por La Esperanza, me arrepentí de no haberme quedado para la fiesta del pueblo. Me quedé pensando en el encocado que uno de los policías del UPC de Sosote me dijo que me iba a preparar para que pruebe, y que hubiese estado bueno haberlo intentado en versión vegetariana. En Puerto Cayo un pescador me invitó que vaya con ellos, pero el frío, el viento y un nosequé me tiró atrás.

san lorenzo ecuador

gaviotas lancha pesquera ecuador

casas costa ecuador

costa paisajes ecuador

costa playas ecuador

Estoy en una encrucijada: a pesar de lo lento que viajo, esa lentitud es sólo en pedalear. Me invadió la sensación de que sólo estoy pasando por cada lugar: no sé si me está faltando algo, si estoy esperando llevarme más, si quiero dejar algo. No sé qué estoy buscando en realidad.

A veces me pregunto, sobre todo cuando la gente me pregunta a mí, qué hago acá. Por qué me quedé (y me quedo) tanto tiempo en Ecuador. Por qué viajo tan lento. Hace ya siete meses que estoy acá. Hace un año y un par de meses que salí en este viaje. No sé por qué tengo ese afán de conocer cada rincón del país, de exprimirle el jugo, como si pasar por cada punto me asegurara conocer más el país. ¿O estoy buscando algo en especial?

pescador puerto cayo ecuador

¿Me voy con ellos…?

puerto cayo ecuador

proyecto calco ecuador

Calcos sigo repartiendo

puerto lopez ecuador

Puerto López

Tampoco sé por qué estoy escribiendo esto en el blog: se supone que tendría que estar contándoles sobre las playas y los días nublados, sobre la gente que conocí en Manta, sobre el licuado que me trajo uno de los policía en San Mateo (y que se preocupó de que no tenga ni leche ni azúcar, como le pedí), sobre el señor que me respondió “pescados” cuando le pregunté qué pescaba, sobre la bajada en medio del verdísimo del bosque de Pacocha, sobre las gaviotas que vuelan casi rozando el mar, sobre el pueblito que se llama Las Piñas y me hizo reír tanto, sobre las nueve pinchaduras que tuvo mi bici cuando llegué a Puerto Cayo, sobre el paisaje seco camino a Puerto López, sobre las ballenas que vi desde un mirador, sobre el señor que prácticamente me suplicó que me quede a pasar la noche en su lugar porque necesitaba una mujer que le haga compañía, sobre la soledad que sentí los primeros días en Puerto López y lo romántico del aire. Tendría que contarles eso, y no esta maraña de preguntas sin respuesta y reflexiones sin fin y pensamientos inconclusos y emociones cruzadas.

A ver: quiero ser clara. No es que no esté conforme con el viaje, no es que no me esté gustado o que esté triste. Para nada. Pero hay algo (ese algo que siempre cuesta definir, y que el día que sale a la luz parece tontamente obvio) que me hace sentir que falta cinco para el peso. Quisiera tener un oráculo al cual poder hacerle preguntas, una bruja que me tirara cartas, un adivino que leyera el futuro. Una respuesta para rellenar esos puntos suspensivos.

EN CONTACTO

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[Llegué a Puerto López en una suerte de blogtrip autogestionado. La agenda fue movida: visité muchos lugares con la idea de contar qué hay para hacer más allá de las ballenas, de conocer las comunidades y sus proyectos. Me senté y escribí las notas, pero mi blog no era el lugar para subirlas. Porque después de casi dos semanas dando vueltas por ahí, lo que necesitaba contar era otra cosa.]

aguas sulfuradas agua blanca ecuador

Aguas sulfuradas en la comuna Agua Blanca

Alguna que otra vez lo mencioné al paso en el blog, y los que me conocen lo saben: hace bastantes años soy vegetariana. Sin embargo, debo reconocerlo, en los viajes me flexibilizaba un poco: me daba culpa ser tan “estricta” (sin comentarios…) cuando paraba en casas de familia, y encima que me daban comida, rechazarla; a veces no era tan firme como para ponerme a buscar opciones si estaba muerta de hambre y en cuadras y cuadras no encontraba nada. Ejemplos: en Bolivia, apenas empecé el viaje, estuve cinco semanas en una casa de familia en Tarija haciendo voluntariado, donde me daban comida. En mi intento de no parecer tan complicada, les dije que “prefiero no comer carne” (y entendí que el prefiero queda automáticamente borrado a los oídos de quien escucha). Como ejemplo dos, en mi primera semana en Turquía, cuando caminaba por Estambul y durante horas no encontraba algo vegetariano más que pistachos y quería almorzar… sí, comía un kebab. Los vegetarianos medio fanáticos me van a quemar en la hoguera, pero en ese momento yo era flexible si lo necesitaba quería.

camino agua blanca ecuador

Camino a Agua Blanca

El venado que se me acercó =)

ohhh =)

Supongo que siempre fue así porque no me hice vegetariana de un día para el otro, porque no dejé de comer carne -en principio- por el maltrato animal y la industria y la muerte innecesaria. Yo estudiaba en Córdoba y un día, allá por finales del 2007 creo, la doctora me dijo que tenía que aumentar de peso, la nutricionista se alarmó cuando le contaba todo lo que (no)comía (no me gustaba casi ninguna verdura ni fruta y al pescado no podía ni verlo), me mandó a comer mejor y, en ese trajín de incorporar más verduras, frutas y pescado… dejé de usar carne cada vez que me preparaba comida. Así pasó un año, hasta que me di cuenta de que sólo comía cuando volvía a mi casa a visitar, o cuando iba a un congreso y el menú estaba incluido, cuando iba a una casa y me invitaban a comer, cuando iba a un trekking y cocinaban pastas con atún. En ese momento, entendí que era (cuasi)vegetariana.

palo santo ecuador

Palo santo. Si alguna vez pueden, prueben: es uno de los mejores aromas que existe (además, es súper bueno contra los mosquitos)

camino agua blanca

Yendo a Agua Blanca

Este último año, me cansé: me cansé de tener que adaptarme a otros, de dejar de lado mis valores y convicciones para no parecer un problema (porque, en Sudamérica, ser vegetariano todavía no es algo visto 100% sin que te hagan cuestionamientos), de no ser lo suficientemente fuerte como para decir “no, gracias”, de no ser coherente conmigo misma. Además, hacía meses que otra idea me estaba dando vueltas la cabeza. Cada vez que me preguntaban por qué no comía carne, mi argumento del maltrato y muerte innecesaria me hacía ruido: si no como carne por la violencia a la que se ven sometidos los animales, por la cosificación a la que se los reduce, ¿cuál es la diferencia para obtener leche, por ejemplo? Ninguna. La vaca es arrancada de su ternero para sacarle leche que no necesitamos (no me voy a explayar: es ilógico pensar que somos los únicos animales sobre la faz de la Tierra que necesitamos tomar leche -de otra especie encima- después de ser destetados). El queso, el yogur y otros varios reciben la misma explicación. A las gallinas les cortan los picos, las encierran en jaulas, las amontonan… ¿todo para qué? Para tener huevos. Cada vez que lo pensaba, sabía que había algo que estaba haciéndose camino adentro mío. Quería hacer el cambio pero nunca empezaba; la marea social, las tentaciones, la procrastinación, las invitaciones, las costumbres y alguna que otra razón más me frenaban.

gallinas rio blanco

Gallinas felices

nene rio blanco

señor rio blanco

Me encanta sacarle fotos a las personas asomadas a las ventanas.

amigate proyecto calco

Margarita eligió sin pensar la frase =)

bosque humedo el pital

Caminando en el bosque buscando..

pajaro el pital

pájaros escondidos…

flores el pital

flores…

áerboles parque nacional machalilla

árboles raros…

huellas de animales en el barro

huellas frescas…

El día que llegué a Ibarra, algo hizo un click en mi cabeza: por alguna razón, todas esas ganas y motivaciones y razones que habían estado dando vueltas en mi cabeza encontraron la fuerza suficiente y, de repente y sin proponérmelo, decidí que no quería consumir más nada proveniente de un animal. Me di cuenta que necesitaba, sobre todo, coherencia. Paz conmigo misma. Tranquilidad interior.

Con la bici llegué a Puerto López, y fui a Aguas Blancas, a Río Blanco, a Los Frailes, a la Isla de la Plata.  A la playa, al bosque, a una isla, al mar, a comunidades. Pedaleando con tres chicos hacia Aguas Blancas encontramos un venado, que sólo se acercó a mí y no paraba de olfatearme. Me llevaron a una cabalgata por Río Blanco que me tuvo todo el tiempo sintiéndome mal y pensando que lastimaba al caballo (algo que me pasa desde chiquita cada vez que me subo a uno). Cuando caminamos buscando monos aulladores, estaba feliz al sólo escucharlos. Camino a la Isla de la Plata, pese a lo descompuesta, pálida y mareada que estaba (puro karma: eso me pasó por reírme cuando me contaban que había gente que vomitaba en el trayecto en lancha…), sentí más emoción de ver las ballenas en ese momento, que cuando las vi en Puerto Madryn hace muchos muchos años atrás siendo una nena. Ahí en la isla, tuve una sensación que nunca antes había experimentado: al nadar entre peces de colores, al estar rodeada de fragatas que volaban cerquísima, al ver tortugas asomando en el mar, al ver un lobo marino me invadía una paz emoción tranquilidad. No, no sé qué me invadía. Nunca me había pasado antes, era había algo diferente.

peces isla de la plata

Peces de colores entre los que después nadamos.

tortugas isla de la plata

Lamentablemente, los guías les tiran sandía para que las tortugas se acerquen a las embarcaciones.

ballena jorobada puerto lopez

Ballena jorobada en pleno salto

piqueros patas azules puerto lopez

Pareja de piqueros de patas azules.

lobo marino isla de la plata

¿Lo ven al lobo marino?

Un sábado que fui a Los Frailes conocí a Néstor, un guardaparque que me dijo que el viernes comenzaba su turno en la Isla de la Plata y que, si quería, me dejaba la invitación hecha para que vaya. Aunque le dije que le avisaba, no había mucho para pensar: ¿en qué otra oportunidad iba a poder quedarme en una isla donde ningún turista puede quedarse a dormir, donde hasta para hacer investigaciones es necesario el papeleo, donde los únicos que se quedan son los guardaparques que hacen turnos de siete días?

Los cinco días que pasé en la isla fueron una maratón de dormir-comer-leer-caminar (todos en grandes proporciones) que, aunque me cueste creerlo, se pasaron volando. Y en medio de eso, me cayó la ficha: entendí por qué esos días anteriores me sentía tan conectada con todo, tan en paz conmigo, tan en armonía con el entorno y, después de tres días en la isla, todo se había esfumado. Que despertarme por el ruido de la televisión en programas vacíos no me relajaba precisamente. Que haberme acoplado al desayuno y almuerzo con ellos (con mis adaptaciones vegetarianas, aclaro), hizo que mi cuerpo se vea sobrepasado. Y no sólo mi cuerpo: algo adentro también.

acantilados isla de la plata

Acantilados en la Isla de la Plata

piquero patas azules parque nacional machalilla

Piqueros piqueros y más piqueros

Desayunar con ellos, al cuarto día fue insostenible: ni mi cuerpo ni mi mente toleraba más comer arroz o lentejas con torrejas a las ocho y media de la mañana. Hubo fritos, volví a comer queso, hubo mucho arroz, mucho cocido. No comía una fruta ni una verdura cruda, algo fundamental para mí. Hacía mucho tiempo que no escuchaba una televisión prendida tantas horas (dos o tres, que para mí son muchísimas), con diálogos superficiales, publicidad malísimas y contenido nulo. Entendí que cuando como lo que mi cuerpo no necesita, cuando como en cantidades que no necesita, cuando hago combinaciones que me hacen mal, cuando como en horarios que mi cuerpo no tolera, pierdo conexión conmigo misma. No estoy bien por dentro y, por ende, no puedo estar bien hacia afuera.

puerto lopez

El puerto de Puerto López

aves puerto lopez

Estos días me la pase maravillada mirando a las aves volar.

gaviota mar puerto lopez

La paz…

Unos días después estaba leyendo un post en el blog La vida en Verde, en el que Kariu, la chica que lo escribe, reflexionaba sobre la responsabilidad que tenemos para con nuestro planeta. Entre otras cosas, decía: “¿Somos seres inteligentes si somos capaz de generar tanta destrucción? ¿Puede la satisfacción de nuestros deseos acabar con la raza humana o permitir tanta pobreza y desigualdad? ¿Será posible despertar la conciencia de que todo lo que hacemos tiene consecuencias en la naturaleza y que nosotros somos parte de ella?”

Le escribí un comentario. Leer eso me hizo sentir completamente identificada: es lo que había estado pensado y por lo que había estado pasando esos cinco días en la isla. Tanto contacto con la naturaleza, tanta tranquilidad (éramos sólo los dos guardaparques y yo, salvo las dos o tres horas en que llegaban los tours), tanta sencillez (no había ni agua ni luz: había que desalinizar agua y bañarse con un balde, y había un generador a combustible para tener algunas horitas de luz) y tanta paz me hizo sentirme, más que nunca, en plena armonía conmigo y con el entorno. Me di cuenta por primera vez que la decisión de tener una alimentación lo más vegana posible te lleva (o por lo menos, me lleva a mí) a sentir una armonía y una paz indescriptibles, una conexión con la naturaleza que nunca antes había experimentado (por más en medio de la naturaleza que me haya encontrado) y una conciencia plena de la armonía de la naturaleza, de que ella estuvo ahí mucho antes que nosotros y de cuán bien funciona todo como para nosotros estar metiendo mano.

playa tortuguitas los frailes

Playa Tortuguitas en Los Frailes.

los frailes parque nacional machalilla

Playa Los Frailes

Es muy probable que la gente que no es vegetariana no lo entienda: yo nunca lo había sentido antes, no hasta hacer el cambio. Y no fue sólo un cambio de dejar de comer cosas que vienen de animales: aunque siempre comí muy sano, cada vez voy más hacia ser consciente de lo que como y consumo en todo aspecto: hay que entender que somos parte de la naturaleza, y por ende nuestro cuerpo está hecho para alimentarse de cosas naturales. No existen campos que den panes ni cultivos de caramelos ni árboles de gaseosas. Si no sale de la naturaleza directo, si no fue de la tierra al plato, si tiene que ser procesado/refinado/conservado/adicionado/saborizado antes de poder tenerlo, no es sano para el cuerpo, no lo necesitamos. ¿O acaso vemos vacas que coman Zucaritas o tigres que coman embutidos o monos que necesiten cocinar todo? No. Sencillo y natural. Para eso estamos hechos.

Esos días en la isla descubrí que cómo uno come no es sólo algo relacionado a la alimentación: es una filosofía y, seamos conscientes o no, influye en cómo percibimos y nos relacionamos con el mundo. Entendí que cómo uno come se transforma, consciente o inconscientemente, en una filosofía (o para no generalizar, así lo vivo yo): llevar una vida lo más consciente y vegana posible (porque ser vegano no es sólo una dieta, sino una forma de vida, que no avala la explotación de animales en ningún aspecto: ni en experimentación, ni en testeo, ni para prendas de vestir, ni para entretenimiento, ni como transporte, etc.) significa para mí tener una vida lo más libre posible de violencia. Si uno come carne, quiera o no, consume violencia. Los carnívoros díganme lo que quieran, cierren el blog y no entren nunca más, puteenme en los comentarios, bórrenme del face o lo que quieran: lo vean o no, al pagar por un bife están pagando a alguien que mate a un animal. Y eso es violencia. Los que compran productos testeados en animales, financian que una empresa use animales vivos para hacer pruebas de toxicidad (por poner uno). Y eso es violencia. Los que pagan para ir al zoológico están avalando que un animal esté encerrado en una jaula, una cárcel donde lo metieron simplemente por ser lindo o diferente. Y eso, para mí, es todo lo mismo.

gaviota en el mar

Ahhhh no me canso de sacarles fotos

delfines isla de la plata

Delfines nadando…díganme si esto no es perfección…

atardecer puerto lopez

Atardecer en Puerto López

No quiero parecer agresiva ni que estoy juzgando al resto. Simplemente estoy reflexionando y compartiendo cómo me siento hoy en día, cómo estoy viviendo este proceso de entenderme, de lo que quiero para mí, de lo que busco para mí. No soy vegana (o no todavía), pero sé que trato de vivir lo más acorde y en coherencia con lo que pienso. No digo que ser vegano sea la solución al mundo ni que los veganos son seres de luz perfectos. Sólo que para mí, el ser consciente de lo que como es sólo una arista más de otras que se complementan: que tener para demostrar no llena, que no podemos cuidar más un auto que nuestro propio cuerpo, que derrochar por comodidad no es un gusto, que dar lo que nos sobra no es ser solidario, que comer no es igual a alimentarse, que un animal al cual respetar no es sólo un perro o un gato, que el amor es también hacia los desconocidos, que a la cabeza también hay que alimentarla, que el respeto se practica hacia la naturaleza. Adentro mío, todo forma una filosofía más profunda: saber que si quiero estar en contacto con lo que me rodea, primero tengo que estar en contacto conmigo.

***

Para llegar a Puerto López: desde Quito 7hs, desde  Guayaquil 3 hs, desde Manta 2hs.

Gracias al Hostal Yemayá por hospedarme todos estos días en Puerto López, a la comuna El Pital por el recorrido por el bosque húmedo, a la comunidad Agua Blanca por el tiempo, a Yadin por invitarme a dar una charla para su grupo de chicos, a la agencia Luz de Luna por el tour a la Isla del Plata y el avistaje de las ballenas, y a los guardaparques del Parque Nacional Machalilla por recibirme esos días en la Isla del Plata.

Para contactarse con la Comuna El Pital, ya sea por los recorridos o para conocer más sobre las opciones de voluntariado, pueden hacerlo directamente con ellos al 0994188343 o al mail de Carlos carlosmanrique61@hotmail.com

Para contactarse con la comunidad Agua Blanca y saber sobre más las opciones de voluntariado, pueden entrar a su página web o escribirles al email casaculturalaguablanca@hotmail.com Hay serviciso de hospedaje, comida, caminatas, bicipaseos, chamanismo y masajes con aceite de palo santo.

Para contactarse con Luz de Luna, puede escribir a luzdeluna@turismogmail.com

La playa Los Frailes abre de 8:30 a 16:30. La entrada está sobre la ruta, desde donde se hace un camino de 2km hacia la playa principal (se puede hacer dedo a los autos que van hasta el estacioamiento) o la opción de recorrer las otras playas en una caminata de 2 a 3 horas (para esto, hay que entrar antes de las 2pm). Está prohibido acampar en la playa, llevarse palo santo o corales.

Si quieren saber más sobre alimentación consciente, les recomiendo el face de Pablito Marín. Para saber más sobre veganismo, pueden visitar este link  (y en este, pueden ver qué es lo que la sociedad enseña a los niños sobre los animales y la conexión con los alimentos de origen animal, desde un punto de vista infantil)Y si quieren saber más… investiguen. O pregunten, que es casi lo mismo. =)

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